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Mostrando las entradas con la etiqueta caridad

El mandamiento nuevo

San Juan es el evangelista que describe la última cena de modo más extenso. Su narración puede dividirse en tres grandes partes: los capítulos 13 y 14 (lavatorio, salida de Judas, y plan de partida y regreso de Cristo); los capítulos 15 y 16 (Cristo y la Iglesia: la viña, los dolores de parto) y el capítulo 17 (oración sacerdotal de Jesús). En esta meditación consideraremos el comienzo del relato. El lavatorio de los pies no aparece en ningún otro evangelio y es el contexto en el cual Jesucristo formula  una sentencia que será nuestro tema de meditación para hoy. Después de haberse agachado a limpiar los pies de sus discípulos, el Señor formula una orden que los apóstoles jamás olvidarían, que marcaría su actividad en el futuro, que terminaría siendo el ADN de la Iglesia naciente. Se trata del llamado  mandamiento nuevo: que os améis unos a otros. Como yo os he amado, amaos también unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor unos a otros.

La pesca milagrosa

1. En el tercer domingo de Pascua se contempla el capítulo 21 del Evangelio de San Juan, que es como un epílogo a los 20 capítulos previos, en clave eclesiológica. Como para cerrar su evangelio con broche de oro, Juan presenta, una vez más, el papel prioritario de Pedro en la Iglesia naciente. Al comienzo, Simón lidera incluso la vida cotidiana de los apóstoles: Les dijo Simón Pedro: —Voy a pescar. Le contestaron: —Nosotros también vamos contigo. Salieron y subieron a la barca. Los exegetas se asombran de que los discípulos, enviados por Jesús a anunciar el mensaje a todo el mundo, se entretengan en algo tan superfluo como salir a pescar. San Josemaría, en cambio, lo ve plenamente lógico: “Voy a pescar. Va a ejercer su trabajo profesional. Las cosas grandes pasan ahí. Es una cosa grande hacer cada día el trabajo ordinario”. Continúa el relato: Pero aquella noche no pescaron nada . Sin Jesús no hay fruto, sin mí no podéis hacer nada , les había dicho durante su vida públic

Jueves Santo

El Sagrado Triduo Pascual de la Pasión y Resurrección comienza con la Misa vespertina “ in Coena Domini ”. Iniciamos la celebración con el habitual saludo “En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo…” y ya no diremos “Podéis ir en paz” hasta la Vigilia Pascual, que es el centro del triduo. La conclusión de este tiempo será con las Vísperas del Domingo de Resurrección. El Triduo pascual resplandece en la cumbre de todo el año. Así como el domingo sobresale entre los días de la semana, la Solemnidad de la Pascua tiene preeminencia en el año litúrgico. Celebramos que Cristo haya consumado nuestra redención y también que haya glorificado a Dios modo perfecto mediante su muerte –con la que destruyó nuestra muerte- y su resurrección –con la que nos devolvió la vida-. El Jueves Santo no se puede celebrar sin participación del pueblo, para acentuar el valor de la Eucaristía como sacramento de comunión con Dios y con nuestros hermanos. Nos reunimos en la tarde para reco

Amor a Dios y al prójimo

Después de las discusiones sobre el impuesto imperial y la resurrección de los muertos, Mateo presenta una nueva controversia (22, 34-40) : “Los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se pusieron de acuerdo, y uno de ellos, doctor de la ley, le preguntó para tentarle: —Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley ? " Si no nos advierten que la pregunta fue hecha “para tentarle”, no habríamos caído en la cuenta, pues se trata de un interrogante fundamental para la existencia, y va en la misma línea de la pregunta del joven rico: ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley ? Quizá la trampa estaba en hacer que Jesús afirmara una frase en la cual se pudieran apoyar para acusarlo de abolir la Ley. Jesús responde con el “ Shemá Israel ”, una especie de credo tomado del Dt 6,4-9, que los judíos practicantes recitaban cada mañana y cada tarde: “Escucha, Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno. Amarás al Señor, tu Dios, con to

El tesoro escondido y la perla preciosa

Para sacar adelante la familia hace falta dinero. Y para obtener ese patrimonio, hay distintas maneras legales: la herencia, el trabajo constante o un golpe de suerte (el Baloto, la lotería, etc.). El Señor conocía bien la mente de los que le escuchaban, y entre sus parábolas propuso una relacionada con el mundo de los negocios (Mateo 13, 44-52):  El Reino de los Cielos es como un tesoro escondido en el campo que, al encontrarlo un hombre, lo oculta y, en su alegría, va y vende todo cuanto tiene y compra aquel campo. Asimismo el Reino de los Cielos es como un comerciante que busca perlas finas y, cuando encuentra una perla de gran valor, va y vende todo cuanto tiene y la compra. Hay una diferencia notoria entre dos ejemplos tan similares: el tesoro escondido es un regalo inusitado, mientras la perla supone trabajo, esfuerzo, riesgo. El sueño de un tesoro inesperado tenía un Palestina un asidero: cuenta Shuler que, cuando los habitantes de Judá fueron llevados al exilio

Sagrado Corazón de Jesús

Casi una semana después de celebrar la fiesta del Corpus Christi, conmemoramos la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Esta celebración se remonta al siglo XVII, cuando Santa Margarita María de Alacoque recibió la vocación de extender por el mundo la devoción al Corazón de Jesús. Como dice la Antífona de entrada, los proyectos del corazón del Señor subsisten de edad en edad, para librar las vidas de sus fieles de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre (Salmo 32). La Liturgia nos invita a considerar dos temas: el amor que Dios nos tiene y el compromiso de transmitir ese amor a los demás. La oración colecta pide: “Dios todopoderoso, al celebrar hoy la solemnidad del Corazón de Jesús recordamos el inmenso amor de tu Hijo para con nosotros ; concédenos alcanzar de esa fuente divina la abundancia inagotable de tu gracia”. Recordamos el inmenso amor de tu Hijo para con nosotros: En el libro del Deuteronomio (7,6-11), Moisés le aclara al pueblo que el Señor no lo ha elegido

Confesión, perdón y amor

Uno de los pasajes más impresionantes de la Biblia es la historia del pecado de David, que mató a un soldado suyo para quedarse con su mujer, de la que antes había concebido un hijo. Cuando el profeta Natán le hace caer en la cuenta de la gravedad de su conducta, el rey David compone ese bellísimo salmo 51, en el que se abandona a la misericordia de Dios. La respuesta que le trae el profeta después de la conversión es la siguiente: «El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás.» (2 Sam 12, 7-10. 13). El anuncio de la misericordia de Dios continúa en el Nuevo Testamento. El evangelista que más insiste en esta faceta de la predicación de Jesús es San Lucas. Según Fabris , este Evangelio es sobre todo una buena noticia para los pobres, pues se dirige a la comunidad acomodada del mundo griego. Pero también proclama la salvación a los pecadores o excluidos. Este estilo de acogida para la salvación aparece de modo claro en un episodio reportado solo por Lucas: la pecadora anónima de G

Misericordia

Me contaba en estos días una profesora de Introducción al cristianismo un suceso de clase: hablando sobre verdad y tolerancia, llegaron a una situación que a ella le pareció de extremo relativismo y le propuso al alumno un ejemplo límite, para hacerlo reaccionar: ― “Si ves a una persona que se quiere lanzar desde un cuarto piso, ¿la dejas que se tire?” La respuesta fue inmediata: ― “Desde luego, que la dejo, pues es lo que ella quiere”. La profesora recurrió al argumento democrático, poniendo por testigo a todo el auditorio: ― “Ustedes, ¿qué harían?”. Para su sorpresa, la reacción fue unánime: ― “La dejaríamos lanzarse, pues hay que respetar su libertad”. Desconsolada, lo único que la profesora pudo decir como respuesta fue: ― “Si ven que yo voy a hacerlo, por favor, no duden en impedírmelo”. No parece una historia verdadera, pero sí lo es. Un amigo me sugería repetir el experimento preguntando qué pasaría si la que se lanza es la novia de uno. Quizá el egoísmo venciera el re

La amistad de Cristo, el primer mandamiento

Hemos considerado varias veces que uno de los mensajes centrales de Benedicto XVI es la importancia de reconciliarse con los mandamientos, acogerlos como lo hacían los judíos en tiempos de Moisés, o los primeros cristianos, que no los veían como una carga sino como un don de Dios : “(En la Iglesia primitiva) no había diferencia entre lo que hoy con frecuencia se plantea como ortodoxia y ortopraxis , como doctrina recta y acción recta, en lo cual la mayoría de las veces resuena un tono más bien desdeñoso frente a la palabra ortodoxia, ya que quien se aferra a la doctrina correcta aparece como mezquino, rígido y potencialmente intolerante. (…) la palabra ortodoxia no significa una doctrina correcta, sino que designa el modo justo de adoración y glorificación de Dios. La convicción general era que todo depende de estar en justa relación con Dios, de conocer lo que le agrada y cómo se le puede responder en la forma correcta. Por este motivo Israel ha amado la Ley , pues por ella se sab

Caridad hasta el extremo

La Oración Colecta del Domingo XXV recuerda que Jesús quiso resumir toda la ley en el amor a Dios y al prójimo. Y le pide al Padre: "Concédenos descubrirte y amarte en nuestros hermanos para que podamos alcanzar la vida eterna". Pero el amor a Dios en los hermanos no es simple, sino hasta el extremo, como el de Jesús. Condenemos al justo a una muerte ignominiosa . En la Primera Lectura , el libro de la Sabiduría (2, 12.17-20) profetiza la traición a Jesucristo. Él es el justo, el hijo de Dios, pero el Padre solo lo librará después de la muerte. Esa muerte es el pago que le damos por habernos hecho el regalo de mostrarnos el camino de la salvación, que es vivir dejando entrar a Dios en nuestra vida y en nuestra sociedad: “Los malvados dijeron entre sí: Tendamos una trampa al justo , porque nos molesta y se opone a lo que hacemos; nos echa en cara nuestras violaciones a la ley y nos reprocha las faltas contra los principios en que fuimos educados. Veamos si es cierto