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Mostrando las entradas de marzo, 2009

Expulsión de los mercaderes del Templo

Llegamos al tercer domingo de Cuaresma. Estamos en la mitad de este itinerario penitencial, de oración y misericordia. Los domingos anteriores hemos meditado sobre las tentaciones de Jesús en el desierto y la transfiguración . A partir de hoy, la liturgia nos presentará unos textos de San Juan que nos ayudarán a prepararnos mejor para celebrar el Misterio pascual, en Semana Santa. El Evangelio (Jn 2,13-25) presenta a Jesús cumpliendo la Voluntad del Padre, al purificar el Templo: “Pronto iba a ser la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos”. Seguramente se encontraban en el llamado atrio de los gentiles, un gran patio que rodeaba al Templo por tres de sus lados. Dice Gnilka que probablemente el comercio se extendía incluso más afuera, como en los santuarios de hoy, hacia el monte de los Olivos.  Juan –y con él todos los evangelistas- nos transmite la indign

Cuaresma: Jesús y las tentaciones

Comenzamos la Cuaresma el pasado miércoles de ceniza. Al imponérnosla, el sacerdote quizá nos dijo: “Conviérte y cree en el Evangelio”. Comenzamos un tiempo fuerte del año litúrgico. Como dice el Concilio Vaticano II (SC, 109), se trata de prepararnos para celebrar el misterio pascual, entregados más intensamente a oír la palabra de Dios y a la oración. ¿En qué consiste la preparación? La declaración conciliar habla de dos modos de hacerlo: “sobre todo mediante el recuerdo o la preparación del bautismo y mediante la penitencia”. Antes, cuando la gente se convertía al catolicismo en la adultez, estos cuarenta días se tomaban como preparación para el bautismo, que se tenía en la noche de Pascua. Ahora, para casi todos será un tiempo de recordar los compromisos bautismales: rechazar a Satanás, “a sus pompas y a sus obras”. De hecho, el Concilio también insiste en la importancia de inculcar a los fieles “junto con las consecuencias sociales del pecado, la naturaleza propia de la pe