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Mostrando las entradas con la etiqueta Marcos 9;2-10

El sacrificio del Hijo: Isaac y Jesús

El segundo domingo de Cuaresma la liturgia se detiene a considerar la figura de Abraham, al que san Pablo llama nuestro padre en la fe (Rm 4,11). Este patriarca, que vivió en el siglo XVIII antes de Cristo, es el origen de las tres grandes religiones monoteístas: judíos, cristianos e islámicos. La historia de su vocación está relacionada con una promesa de Dios: sería padre de una gran nación y poseedor de una tierra extensa. Pero pasaron los años y seguía estéril, hasta el punto de que su esposa le pidió que concibiera un hijo (Ismael) con la esclava Agar, al que los creyentes del islam remontan sus orígenes. Esta generación ocasionó problemas conyugales y el Señor le concedió, a pesar de su vejez, tener un hijo con su esposa verdadera, llamado Isaac. El Catecismo (n. 706) resume el significado cristológico de estos hechos: “Contra toda esperanza humana, Dios promete a Abraham una descendencia, como fruto de la fe y del poder del Espíritu Santo. En ella serán bendecidas tod

Transfiguración, oración, contemplación

El segundo domingo de Cuaresma, la liturgia  nos presenta la Transfiguración del Señor (Lc 9,28-36) : En aquel tiempo, Jesús se llevó con él a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a un monte para orar. Mientras él oraba, cambió el aspecto de su rostro, y su vestido se volvió blanco y muy brillante. Este es el punto central del evento, sobre todo si lo consideramos en el tiempo litúrgico que estamos viviendo, que debe estar marcado por la oración, el ayuno y la misericordia. De hecho, el Papa también se detiene en él en su libro Jesús de Nazaret: “De nuevo nos encontramos —como en el Sermón de la Montaña y en las noches que Jesús pasaba en oración— con el monte como lugar de máxima cercanía de Dios;. (…) La transfiguración es un acontecimiento de oración; se ve claramente lo que sucede en la conversación de Jesús con el Padre: la íntima compenetración de su ser con Dios, que se convierte en luz pura. En su ser uno con el Padre, Jesús mismo es Luz de Luz. En ese momento se perci