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Mostrando las entradas con la etiqueta Mateo 15;21-28

Oración humilde y perseverante. La mujer cananea (sirofenicia)

En el camino de nuestra vocación cristiana, necesariamente debemos encontrarnos con la Cruz del Señor: la mayoría de las veces, en la vida diaria: perdemos el medio de transporte, aparecen los achaques de salud, alguna amistad nos hace pasar un mal rato, somos incomprendidos –o nuestra soberbia nos lo hace creer sin justa causa-. En otras ocasiones, pueden ser temas de gran calado: la muerte de un ser querido, una enfermedad que parece incurable, etc. El Evangelio de Mateo (15,21-28) nos presenta una situación de este último tipo: Jesús ha ido con sus apóstoles “al extranjero”: Después que Jesús salió de allí, se retiró a la región de Tiro y Sidón. En esto una mujer cananea , venida de aquellos contornos, se puso a gritar: —¡Señor, Hijo de David, apiádate de mí! Mi hija está poseída cruelmente por el demonio.  Se trata de una actuación llena de audacia. Seguramente esa mujer había buscado la curación de su hija a través de mil medios distintos, sin lograrlo. Hasta que oye h

Apostolado: la mujer sirofenicia.

Hacia el tercer año de su vida pública, Jesús decide retirarse con sus discípulos para formarlos a solas y prepararlos para lo que sucederá cuando le llegue “la hora” prevista por el Padre. Después de haber fallado en el intento, la tarde de la multiplicación de los panes y de los peces , se dirigen hacia el norte, fuera de Galilea, hasta el actual Líbano. Allí visitan las ciudades de Tiro y Sidón, cuyos habitantes son llamados sirofenicios (para distinguirlos de los libiofenicios, que vivían al norte de África). Mateo menciona que allí se encuentran con una mujer de esa zona , a la que denomina con un arcaísmo, “cananea” pues ése era el gentilicio de aquella tierra, pero en la antigüedad. Los sirofenicios eran en su mayoría comerciantes griegos, despreciados por los judíos debido a sus prácticas comerciales poco éticas. Conformaban un pueblo del que los israelitas, “los piadosos”, debían apartarse, porque eran paganos, “los perrillos”, como les llama el mismo Jesús en este pas