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Mostrando las entradas de noviembre, 2018

Cristo Rey

Hoy llegamos al último domingo del año litúrgico. Concluimos un período cronológico, marcados como estamos por el paso cíclico del tiempo en nuestra vida. Es momento de examen, de balance: ¿qué tanto hemos aprovechado las gracias que nos diste, Señor, durante estos meses? En esta oración, podemos pensar dónde estábamos en noviembre del año pasado; dónde celebramos la fiesta de Cristo Rey en aquella época. Y pensar, en un primer análisis, en el año transcurrido: la Navidad, la Cuaresma, la Semana Santa, el período laboral, las vacaciones de mitad de año, el segundo semestre… hasta llegar a hoy. Seguramente, en ese breve recorrido litúrgico que hemos hecho, se nos han venido a la mente momentos especiales: un medio de formación que nos sirvió bastante, un descanso que nos llegó en el mejor momento, algunas amistades nuevas, que nos impactaron de modo positivo… Pero también veremos algunas manchas en nuestra actuación: faltas de generosidad, propósitos incumplidos, detalles que no q

El juicio final

Una de las principales inquietudes del ser humano desde el comienzo ha sido la cuestión de los orígenes del mundo y del hombre. Los primeros mitos pretenden ofrecer una respuesta a esa pregunta. Esas explicaciones del pasado conllevan una visión peculiar del presente y del futuro: ¿De dónde venimos, hacia dónde vamos, quiénes somos?, son las grandes preguntas que se hacen los hombres, y que luego elaboran con más raciocinio por medio de la filosofía, pero que también personalmente todos nos planteamos y respondemos de alguna manera, ya que esas preguntas -y las respuestas que les brindamos- son las que guían nuestro obrar y nuestras esperanzas. La revelación judeocristiana es la manifestación de Dios como respuesta a esos anhelos del hombre. Por eso el Antiguo Testamento comienza ofreciendo los relatos de la creación del Universo y de los seres humanos a partir de la nada y el Nuevo Testamento concluye con las profecías acerca de lo que ocurrirá al final de los tiempos. Los

La ofrenda de la viuda

    En la última semana del paso terreno de Jesús, poco después del domingo de Ramos, san Marcos cuenta que Jesús había regresado a Jerusalén (esos días pasaba la noche en Betania), y ubica la escena de sus enseñanzas en el exterior del templo (Mc 12, 38-44).   El contexto es la reprobación a las clases dirigentes que pocos días después lo entregarán a la muerte. Y él, instruyéndolos, les decía: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en las plazas, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas y aparentan hacer largas oraciones. Esos recibirán una condenación más rigurosa».      Los escribas confiaban en el poder que les otorgaba su dinero y su posición social. Bien podían caer en la crítica del beato John H. Newman, quien decía que todos se rinden ante el dinero. Miden la felicidad por la riqueza y por la riqueza miden, a su vez, la respeta