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Mostrando las entradas con la etiqueta Lucas 10;1-12

Rogad al dueño de la mies que mande trabajadores a su mies

I. El profeta Isaías es el protagonista de los primeros días del Adviento. Hemos considerado esta semana, en primer lugar, el capítulo 11, cuando anuncia sus “Promesas de paz” ante la destrucción causada por la invasión asiria. La primera profecía consiste en que brotará un “nezer”, un renuevo (vivo) del tronco (seco) de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor . Más adelante, en el capítulo 25, hemos considerado el banquete del Señor, que la liturgia relaciona claramente con el salmo 22 (Habitaré en la casa del Señor por años sin término) y con la multiplicación de los panes (Mt 15), mostrando así que la profecía se cumplió con el nacimiento de Jesús en la “casa del pan” que es Belén. También hemos meditado sobre el cántico de acción de gracias que Isaías transcribe en el capítulo 26: Que entre un pueblo justo, que observa la lealtad. El evangelio de Mateo (7,27) anuncia en qué consiste esa lealtad exigida para entrar en la ciudad

Misión de los setenta y dos discípulos

Desde los comienzos de la humanidad la violencia ha irrumpido para obstaculizar las relaciones entre los seres humanos y de ellos con la creación y con Dios. Adán y Eva ante Dios, Abel y Caín, son los primeros exponentes de discordias que han continuado en el tiempo hasta llegar a los actuales conflictos nacionales y de orden mundial. Pero también desde los primeros momentos el Señor ha anunciado que su misericordia se manifestaría en reconciliación, en un regalo de paz. Por ejemplo, en el capítulo 66 de Isaías (10-14) ―que es la última parte del libro, en la que trata del juicio final de Dios― promete unos cielos nuevos y una tierra nueva, también anuncia que hará nacer un nuevo pueblo (la Iglesia) y que hará derivar hacia esa familia suya, como un río, la paz . En respuesta a ese anuncio, alabamos a Dios con el Salmo 65: Aclamad al Señor, tierra entera. Este es el contexto en el que leemos un pasaje del capítulo décimo de Lucas, que la liturgia propone para el XIV domingo. Est

La misión apostólica

Después de esto designó el Señor a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir . ¿Después de qué? -El Señor acaba de plantear las exigencias de la vocación al apostolado: “el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”. “Los muertos deben enterrar a sus muertos –le respondió Jesús a un huérfano–; tú vete a anunciar el Reino de Dios”. Por último, a uno que le pidió permiso para despedirse de sus parientes, le increpó el Señor: “Nadie que pone su mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios”. Después de esto, designó otros setenta y dos. Es un número simbólico, relacionado con la cantidad de naciones que menciona el Antiguo Testamento. Es decir, así como el Señor llamó a un Apóstol por cada tribu de Israel, así elige a un discípulo por cada nación gentil. El Papa resume el sentido de este pasaje: “Cuando Lucas habla de un grupo de setenta, además de los Doce, el sentido está claro: en ellos se anu

Deseos de paz

La violencia y las guerras son un flagelo de toda sociedad. Desde los cuatro puntos cardinales y a través de los tiempos se levanta el clamor de muchedumbres impotentes pidiendo el regalo de la paz, de la cordura, de la justicia, del amor. A veces parece que el poder de los fuertes y de los violentos se burlara de la petición multitudinaria de los pacíficos y de los sencillos. Pero la liturgia y la Sagrada Escritura salen al encuentro del ser humano tentado por la desesperanza. En la semana XIV del tiempo ordinario se invita a la memoria de las cosas buenas que Dios ha hecho por nosotros: “Recordaremos, Señor, los dones de tu amor en medio de tu templo. Que todos los hombres de la tierra te conozcan y alaben, porque es infinita tu justicia”. Y en la Colecta de ese mismo domingo se explica la razón de la esperanza, que es el valor infinito de la salvación alcanzada por Cristo: “Dios nuestro, que por medio de la muerte de tu Hijo has redimido al mundo de la esclavitud del pecado, concé