Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas con la etiqueta presencia de Dios

El fariseo y el publicano

San Lucas nos transmite una parábola del Señor dirigida a algunos que confiaban en sí mismos teniéndose por justos y despreciaban a los demás. Dos hombres subieron al Templo a orar…   Necesidad de la oración. El Papa escribió una carta a los seminaristas, para concluir el Año Sacerdotal. En el primer punto habla precisamente de la oración: explica que debemos ser p ersonas de Dios , pues al Señor no lo tenemos como  un ser lejano: “Dios se ha manifestado en Jesucristo. En el rostro de Jesucristo vemos el rostro de Dios. En sus palabras escuchamos al mismo Dios que nos habla”. ¡Qué importante es ese “subir al Templo a orar”! Máxime cuando podemos encontrar a Jesús mismo presente en el Sagrario, con su cuerpo y su sangre, esperándonos para que le contemos nuestra vida. Juan Pablo II quiso que el Año Eucarístico de 2005 concluyera con una proliferación de capillas  en el mundo para adorar al Señor sacramentado. Y gracias a Dios muchos párrocos acogieron esa sugerencia. Quizá muy ce

Marta y María. Acoger a Dios.

Uno de los diagnósticos más certeros del mundo actual es el que hace Benedicto XVI. De diversas formas ha expresado que el problema central se encuentra en que el ser humano se ha alejado de Dios . Se ha puesto a sí mismo en el centro, y ha puesto a Dios en un rincón, o lo ha despachado por la ventana. En la vida moderna, marcada de diversas maneras por el agnosticismo, el relativismo y el positivismo, no queda espacio para Dios.  En la Sagrada Escritura aparecen, por contraste, varios ejemplos de acogida amorosa al Señor. En el Antiguo Testamento (Gn 18,1-10) es paradigmática la figura de Abrahán, al que se le aparece el Señor. Su reacción inmediata es postrarse en tierra y decir: "Señor mío, si he hallado gracia a tus ojos, te ruego que no pases junto a mí sin detenerte”. No repara en la dificultad que supone una visita a la hora en que hacía más calor, no piensa en su comodidad sino en las necesidades ajenas. Ve la presencia de Dios en aquellos tres ángeles, y recibe com