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Mostrando las entradas con la etiqueta ciudadanía

El tributo al César

En los primeros días de la semana santa vimos a Jesús discutiendo en el templo con los jerarcas religiosos, que le interrogaban sobre el origen de su autoridad. El maestro respondió con tres parábolas que sirvieron para mostrarles que él era el hijo del amo de la viña, el príncipe que el Padre había enviado después de que ellos y sus antepasados rechazaran a los profetas y a Juan Bautista. San Mateo continúa su relato diciendo que al quedar descubiertas sus verdaderas intenciones, entonces se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron algunos discípulos suyos, con unos herodianos . En el afán por acabar con Jesús, se logró una coalición política impensable: los partidarios de Herodes Antipas se unieron con los alumnos de los fariseos, todo un “milagro involuntario” del Señor, como algún autor ha escrito. Los herodianos eran partidarios de la intervención de Roma, pues ellos eran comisionistas y mediadores ante el emperador

Obama: religión y política

Por fin se posesionó Obama. He de decir que, desde varios meses atrás, no veía la hora de que se acabara el tinglado mediático sobre las elecciones gringas. Y eso que no soy anti-imperialista. Solo que no me parecía importante estar enterado de los porcentajes diarios en las estadísticas pre-electorales y toda la parafernalia anexa. En el fondo, se trataba de un cierto pesimismo porque pensaba que cualquier candidato sería, en principio, regular tirando a malo. Como católico, sí que me preocupaba la posición de los candidatos ante los menos favorecidos: los enfermos, los viejos, los embriones, los pobres… Ojalá Obama no cumpla sus promesas anti-vida. Pero el objetivo principal de este apunte -que se sale del habitual carácter litúrgico, pero que el lector encontrará muy relacionado con la línea del blog- era reseñar la primera parte de la ceremonia de posesión. Todos los medios señalaron que el “presidente electo acudió en compañía de su esposa a un servicio religioso en la Iglesia

Al César lo que es del César

En el afán por acabar con Jesús, se logró una coalición política impensable: los herodianos s e unieron con los fariseos. Como algún autor ha escrito, esta unión es un “milagro involuntario” de Jesús. Los herodianos eran partidarios de la intervención de Roma, teniendo en cuenta la comisión que conllevaba su mediación con el imperio. Los fariseos, por su parte, veían en el pago de los impuestos una blasfemia: además de la humillación que suponía pagar a una potencia extranjera, las monedas de la época de Jesús presentaban el busto del emperador, coronado con una diadema divina y rodeado de las palabras “Tiberio César, hijo del divino Augusto, Augusto”. Dejemos la palabra a Mateo (22,15-21): “Los fariseos se retiraron y se pusieron de acuerdo para ver cómo podían cazarle en alguna palabra. Y le enviaron a sus discípulos, con los herodianos, a que le preguntaran: —Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas de verdad el camino de Dios, y que no te dejas llevar