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Mostrando las entradas con la etiqueta Marcos 13;24-32

El juicio final

Una de las principales inquietudes del ser humano desde el comienzo ha sido la cuestión de los orígenes del mundo y del hombre. Los primeros mitos pretenden ofrecer una respuesta a esa pregunta. Esas explicaciones del pasado conllevan una visión peculiar del presente y del futuro: ¿De dónde venimos, hacia dónde vamos, quiénes somos?, son las grandes preguntas que se hacen los hombres, y que luego elaboran con más raciocinio por medio de la filosofía, pero que también personalmente todos nos planteamos y respondemos de alguna manera, ya que esas preguntas -y las respuestas que les brindamos- son las que guían nuestro obrar y nuestras esperanzas. La revelación judeocristiana es la manifestación de Dios como respuesta a esos anhelos del hombre. Por eso el Antiguo Testamento comienza ofreciendo los relatos de la creación del Universo y de los seres humanos a partir de la nada y el Nuevo Testamento concluye con las profecías acerca de lo que ocurrirá al final de los tiempos. Los

Adviento y esperanza

Comenzamos hoy un nuevo año litúrgico, dentro del contexto más amplio del Año de la fe. La liturgia nos sitúa en las coordenadas que el Señor quiere que sigamos durante las próximas cuatro semanas: A ti, Señor levanto mi alma; Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado decimos, con el salmo 25, en la Antífona de entrada. Le presentamos al Señor nuestras oraciones confiadas, seguros de que los que esperan en él nunca fracasan. En la oración colecta de este primer domingo de Adviento le pedimos al Señor que despierte en nosotros el deseo de prepararnos a la venida de Cristo con la práctica de las obras de misericordia para que, puestos a su derecha el día del juicio, podamos entrar al Reino de los cielos. Se trata de una doble dimensión: de una parte, la preparación confiada de la Navidad, ejercitando la misericordia –con obras espirituales y materiales-; por otro lado, la expectación de la segunda venida del Hijo de Dios. El primer prefacio de Adviento remarca esa doble

Motivos de esperanza

Cada año, en la segunda mitad de noviembre, la liturgia de la Iglesia expone un tema que genera temor en la sociedad actual: el fin del mundo. El ser humano se asusta ante la posibilidad de que esta vida se acabe. Y, al mismo tiempo, cualquier película que hable de este asunto tiene taquilla asegurada. En teología, la materia que estudia estos argumentos, llamada “Escatología”, es una de las que más controversias suscita: ¿en qué consiste propiamente la muerte? ¿qué sucede después de ella? ¿qué son esas estructuras conocidas como el cielo, el purgatorio, el infierno? ¿en verdad existen, o son mitos ya superados? Precisamente por eso la Iglesia insiste en el anuncio de este tema, no sea que, inmersos en la barahúnda de la existencia cotidiana, nos vaya a suceder lo que decía la revista Time: «Nunca hemos corrido tan deprisa hacia ninguna parte». La Revelación cristiana nos enseña que esta vida terrena tiene un origen y un destino, que es Dios. Y con esa instrucción n