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Mostrando las entradas con la etiqueta adviento

María y la Anunciación

En los últimos días del Adviento la liturgia presenta unas ferias privilegiadas, que ayudan a preparar la inminente celebración de la Navidad. El 20 de diciembre nos invita a meditar en la Anunciación a María, que narra el médico evangelista, san Lucas, al inicio de su Evangelio (1, 26-38): En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios… El primer personaje en escena es el Arcángel Gabriel, un mensajero de primera categoría. Su nombre significa “Fuerza de Dios”, y había aparecido dos veces antes en la historia: primero, en la profecía de Daniel, anunciándole la futura venida del Mesías; más adelante, en el inicio del Nuevo Testamento, cuando le comunicó al sacerdote Zacarías que sería padre de Juan Bautista, el Precursor del Verbo Encarnado. Por este motivo es el patrono de los comunicadores, porque estuvo relacionado con el anuncio de la noticia más importante de la historia, que vamos a considerar en esta meditación. En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por

La esperanza

Una de las características del Adviento, “tiempo de piadosa expectativa” según el beato Pablo VI, es que prepara el encuentro con Jesús. Y lo hace de dos maneras complementarias: de una parte, la más inmediata, que es la que nos reúne alrededor del pesebre, anima a vivir la Navidad inminente con espíritu encendido. Por otro lado, también ayuda a pensar en la venida definitiva de Jesús al final de los tiempos: Cristo viene en cada celebración litúrgica, en cada Eucaristía, pero también nos preparamos para la parusía. En este período litúrgico se consideran las virtudes teologales, que se llaman así porque tienen como objeto, como origen y como fin a Dios mismo, y que recibimos en el bautismo (la fe, la esperanza y la caridad). En cuanto virtudes, son hábitos buenos, que nos ayudan a crecer en nuestra relación amorosa, creyente y esperanzada con nuestro Señor. De las tres, la esperanza es la menos comentada, la menos conocida, con mayor razón en nuestro tiempo. Como dice Gelabert (2

Adviento: misericordia y esperanza

Comienza el Tiempo de Adviento en este segundo día de la Novena en honor de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. ¡Qué mejor manera de comenzar este tiempo, que de la mano de nuestra Señora! Preparamos la celebración del nacimiento de Jesús considerando las glorias con las que Él mismo quiso coronar a su Madre. Durante estos nueve días que preceden a la solemnidad de la Inmaculada Concepción alabaremos al Señor por haber querido preservar a la Virgen «de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción», como dice el papa Papa Pío IX en la Bula con la que proclamó este dogma. Inicia entonces hoy un nuevo año litúrgico, y las primeras semanas de este tiempo las dedicamos a prepararnos para celebrar la Navidad. Las normas para la celebración enseñan que este tiempo tiene carácter doble: en primer lugar, es la preparación para conmemorar el nacimiento de Jesús, que cada día se revive de modo sacramental en la liturgia. Pero también es la época que lleva

Adviento y esperanza

Comenzamos hoy un nuevo año litúrgico, dentro del contexto más amplio del Año de la fe. La liturgia nos sitúa en las coordenadas que el Señor quiere que sigamos durante las próximas cuatro semanas: A ti, Señor levanto mi alma; Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado decimos, con el salmo 25, en la Antífona de entrada. Le presentamos al Señor nuestras oraciones confiadas, seguros de que los que esperan en él nunca fracasan. En la oración colecta de este primer domingo de Adviento le pedimos al Señor que despierte en nosotros el deseo de prepararnos a la venida de Cristo con la práctica de las obras de misericordia para que, puestos a su derecha el día del juicio, podamos entrar al Reino de los cielos. Se trata de una doble dimensión: de una parte, la preparación confiada de la Navidad, ejercitando la misericordia –con obras espirituales y materiales-; por otro lado, la expectación de la segunda venida del Hijo de Dios. El primer prefacio de Adviento remarca esa doble

Adviento

Comenzamos un nuevo año litúrgico. El ciclo temporal de la Iglesia es levemente diverso al ciclo civil. Aquí la clave no es la fecha del 1 de enero, sino el evento del Nacimiento de Jesús. Por eso comenzamos el año un mes antes, para disponernos a preparar nuestras almas para recibir al Niño Jesús. ¿Qué es el Adviento? Las Normas universales sobre el año litúrgico dicen que “el tiempo de Adviento tiene una doble índole: es el tiempo de preparación para las solemnidades de Navidad, en las que se conmemora la primera venida del Hijo de Dios a los hombres, y es a la vez el tiempo en el que por este recuerdo se dirigen las mentes hacia la expectación de la segunda venida de Cristo al fin de los tiempos. Por estas dos razones el Adviento se nos manifiesta como tiempo de una expectación piadosa y alegre”. La primera motivación es la más popular: se trata de un mes para preparar la Navidad. Aunque en el ambiente comercial se intenta adelantar esta preparación casi hasta octubre, a