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Mostrando las entradas con la etiqueta San Josemaría Escrivá

San Josemaría y la vocación a la santidad en la familia

  Las lecturas del domingo XIII del ciclo C giran alrededor de la vocación. En la primera lectura se recuerda la vocación de Eliseo, llamado por Elías para seguirle en el camino profético (1R 19, 16-21). Su respuesta es inmediata, como la decisión de Jesús de cumplir la voluntad del Padre al encaminarse hacia su muerte en Jerusalén, a pesar de la oposición tanto de los samaritanos como de los discípulos (Lc 9, 51-56). Por eso el salmo elegido para este domingo es el 16, que afirma: “El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano: me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad”. Al final del capítulo noveno (vv. 57-62), san Lucas presenta las disposiciones que comporta el seguimiento de Jesús: ser consciente de que “el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza” (v. 58), y que puede conllevar exigencias radicales como no enterrar al padre (“Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios”, v. 60) o no despedirse de

San Josemaría, un hombre que sabía querer

Celebramos una vez más la fiesta litúrgica de san Josemaría Escrivá, establecida por la Iglesia desde 1992. Hace poco, el papa Francisco recordaba en la Exhortación apostólica “Gaudete et exultate” (nn. 4-5), el sentido de la devoción a los bienaventurados del Cielo: “Los santos que ya han llegado a la presencia de Dios mantienen con nosotros lazos de amor y comunión (…). Podemos decir que ‘estamos rodeados, guiados y conducidos por los amigos de Dios. La muchedumbre de los santos de Dios me protege, me sostiene y me conduce’ (Benedicto XVI). En los procesos de beatificación y canonización se tienen en cuenta los signos de heroicidad en el ejercicio de las virtudes, la entrega de la vida en el martirio y también los casos en que se haya verificado un ofrecimiento de la propia vida por los demás, sostenido hasta la muerte. Esa ofrenda expresa una imitación ejemplar de Cristo, y es digna de la admiración de los fieles”. Vemos en esta cita tres características de los santos: inter

Aniversario de la canonización de san Josemaría Escrivá

Hace ya 15 años, el 6 de octubre del 2002, san Juan Pablo II canonizó a Josemaría Escrivá de Balaguer. En la Audiencia del día siguiente resumió el carisma del nuevo santo con estas palabras: “Estaba convencido de que, para quien vive en una perspectiva de fe, todo es ocasión de encuentro con Dios, todo es estímulo para la oración. Vista de este modo, la vida cotidiana revela una grandeza insospechada. La santidad aparece verdaderamente al alcance de todos”. La posibilidad de ser santos en la vida ordinaria convierte la cotidianidad en una aventura original. Ya no es posible la monotonía, pues cada instante es ocasión de encuentro con Dios y de servicio a los demás. El Señor sale al encuentro de sus hijos una vez más, ofreciéndonos la posibilidad de amarle a través de nuestras actividades normales de cada día: familiares, profesionales, ciudadanas, solidarias… Todo lo que hacemos, si está impregnado del amor de Dios, si ha sido ofrecido al Señor, es ocasión de encuentro con nuestr

San Josemaría: santidad, sacerdocio, servicio.

El catecismo de la Iglesia, al comentar el credo, explica la comunión de los santos. Glosando el concilio Vaticano II, enseña que hay tres estados en la Iglesia: unos fieles peregrinamos en la tierra, otros se purifican en el purgatorio, mientras los terceros están glorificados, contemplando a Dios (Cf. n. 954). Más adelante, el catecismo expone la doctrina de la intercesión de los santos: “por el hecho de que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad… no dejan de interceder por nosotros ante el Padre.  Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad” (n. 956). Con ese telón de fondo sobre el sentido del culto a los santos en la Iglesia, comenzamos nuestra meditación con ocasión de un nuevo aniversario del nacimiento para el cielo de san Josemaría. El himno de la Liturgia de las horas lo describe con amor filial: “Josemaría fue maestro, rector, padre nutricio, / guía, docto pastor y sacerd

San Josemaría y el Año de la misericordia

Celebramos la fiesta de San Josemaría, y recordamos que, en la ceremonia de su canonización, el papa san Juan Pablo II lo nombró «el santo de lo ordinario»: el motivo es que el Fundador del Opus Dei «estaba convencido de que, para quien vive en una perspectiva de fe, todo ofrece ocasión de un encuentro con Dios, todo se convierte en estímulo para la oración. La vida diaria, vista así, revela una grandeza insospechada. La santidad está realmente al alcance de todos» (Discurso, 7-X-2002). Uno de los puntos en los que insistía san Josemaría es la importancia que tiene para un católico la unión con el Santo Padre, hasta acuñó una frase que resume el itinerario de su misión apostólica: «Todos, con Pedro, a Jesús por María» (C,833). Siguiendo su ejemplo de amor al Romano Pontífice, aprovechemos esta Eucaristía para renovar nuestra unión a sus intenciones. En concreto, al año jubilar de la misericordia, que estamos viviendo desde diciembre del año pasado hasta el próximo 20 de noviembr

2 de octubre: la vocación de San Josemaría

 Celebramos hoy el aniversario de la Fundación del Opus Dei. Hace 82 años, un joven sacerdote estaba haciendo su retiro espiritual en una residencia sacerdotal de Madrid. Había llevado, entre los elementos para meditar, una serie de papeles que había ido escribiendo durante los últimos años, en los que apuntaba las luces que el Señor le iba dando en su oración y también sus respuestas: eran una exteriorización de su diálogo con Dios. La historia de su llamada al sacerdocio se remonta varios años atrás: “ Tenía yo catorce o quince años cuando comencé a barruntar el Amor, a darme cuenta de que el corazón me pedía algo grande y que fuese amor”, recordaría hacia el final de su vida.  En otra ocasión predicaba: “ El Señor me fue preparando a pesar mío, con cosas aparentemente inocentes, de las que se valía para meter en mi alma esa inquietud divina . Por eso he entendido muy bien aquel amor tan humano y tan divino de Teresa del Niño Jesús, que se conmueve cuando por las páginas de un li

Vocación a la santidad

Celebramos hoy la fiesta de San Josemaría Escrivá, conocido por recordar en el siglo XX la llamada universal a la santidad en la vida ordinaria. Ese mensaje sigue siendo llamativo: para algunos, simplemente se trata de un mensaje “provocativamente pasado de moda”. Para otros, suena a exigencia descarnada o utópica; éstos ven la santidad como una meta inalcanzable, solo a la mano de unos pocos privilegiados –monjas, curas, frailes exóticos-, nada que ver con ellos. Les ocurre a estas personas como a los niños rusos, de los que dice Tatiana Goritcheva que, cuando les preguntaban: “¿Qué son los santos?” respondían: -Son unos señores calvos a los que les hacen estatuas”. En esta misma línea, alguna persona con un poco más de experiencia lo verá como un objetivo maravilloso, pero difícil de conseguir a la vista de la propia debilidad. Sin embargo, el Señor quiso recordar ese mensaje en pleno siglo XX y no solo con la predicación de San Josemaría. De alguna manera, es uno de lo