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Mostrando las entradas de enero, 2011

Las Bienaventuranzas, o los secretos del Reino

Celebramos el cuarto domingo del tiempo ordinario. Terminamos el primer mes, y ya tenemos las pinceladas maestras del cuadro que el evangelista Mateo nos ha querido pintar hasta ahora: después de las tentaciones en el desierto, aparece Jesús cumpliendo la profecía sobre la luz que ilumina a Galilea de los gentiles, el pueblo que andaba en la oscuridad.  Aquel pasaje concluía mostrando con obras la autoridad de la predicación: Jesucristo sana a todos los enfermos de distintas procedencias, después de haber llamado a los primeros discípulos. Es profeta, maestro, médico. Es el Mesías. Hoy veremos un marco distinto: ahora Mateo se desplaza de las playas de Genesaret a un monte, no sabemos cuál. Lo importante no es la ubicación geográfica, sino el simbolismo del gesto: Al ver Jesús a las multitudes, subió al monte; se sentó y se le acercaron sus discípulos; y abriendo su boca les enseñaba . El Papa (“Jesús de Nazaret”) explica que “con esta gran composición en forma de sermón, Ma

Luz del mundo

Estamos en los comienzos del tiempo ordinario de un nuevo año litúrgico, y comentaremos en estas semanas el Evangelio de Mateo, que se caracteriza por mostrar a Jesús como el Mesías prometido. En el tercer domingo, nos presenta al Maestro que comienza su ministerio en Galilea. Acaban de pasar las tentaciones del desierto, y el evangelista presenta a Jesús en esa zona con un fin específico: mostrar que en Él se cumplen las promesas del Antiguo Testamento. ¿Por qué comienza en Galilea su vida pública? En aquel entonces, aquella región se denominaba “Galilea de los gentiles” o “de los paganos”. Había sido un destino de deportación de inmigrantes que el Imperio enviaba desde diversas zonas. De ahí el nombre. Y quizá por eso exclamará Natanael: ¿de Nazaret puede venir algo bueno? Por eso, explica Benedicto XVI, Mateo afronta la “sorpresa de que el Salvador no viniera de Jerusalén y Judea, sino de una región que ya se consideraba medio pagana”. De este modo, lo que podría considerarse una

Humildad: conviene que Él crezca

En esta última semana de Navidad, hemos visto a Jesús como el Mesías anunciado. Sus obras milagrosas lo confirman: la multiplicación de los panes y de los peces, su caminar sobre las aguas, la curación del leproso. Hoy, la Liturgia de la  Palabra nos aproxima a la celebración del Bautismo del Señor, que será el próximo domingo: Jesús fue con sus discípulos a la región de Judea, y allí convivía con ellos y bautizaba. También Juan estaba bautizando en Ainón, cerca de Salim, porque allí había mucha agua, y acudían a que los bautizara–porque aún no habían encarcelado a Juan.  El cuarto Evangelio nos muestra a San Juan Bautista cumpliendo su misión de Precursor. Él anuncia la inminente llegada del Mesías e insiste en la importancia de prepararse con una conversión radical. Las multitudes se congregan para escuchar este mensaje y responden con generosidad a su propuesta: hacen una especie de confesión general de sus pecados ante Juan y manifiestan su deseo de enmienda con el símbolo ex

Jesús camina sobre las aguas

En el capítulo sexto de Marcos aparece una de las multiplicaciones milagrosas del pan, símbolo de la futura institución de la Eucaristía. Inmediatamente después, el discípulo de Pedro pone a nuestra consideración otra escena milagrosa de Jesús, para manifestar su naturaleza divina: “Y enseguida mandó a sus discípulos que subieran a la barca y que se adelantaran a la otra orilla junto a Betsaida, mientras él despedía a la multitud”. Los apóstoles obedecen a lo que el Señor les manda. Ya saben quién es su Maestro, que da de comer a las multitudes, que cumple la profecía de Ezequías: Él mismo es el pastor, que guía y alimenta a su pueblo. Ya han aprendido a obedecer, y no ponen obstáculos. Podrían preguntar: ¿cómo llegarás Tú? ¿No será mejor si dejamos una barca, con dos de los nuestros para esperarte? Enséñanos, Señor, a obedecer prontamente como estos apóstoles, sin poner trabas, confiando en la fuerza eficaz de tu palabra. Y después de despedirlos, se retiró al mon