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Mostrando las entradas de julio, 2008

Eucaristía

Para que entendamos su mensaje, Jesús habla y actúa de acuerdo con nuestros propios intereses: si en ocasiones enseña con parábolas relacionadas con el mundo de los negocios , en otras él mismo se adelanta a suplir las necesidades básicas de los pobres y de los enfermos. Así lo presenta Mateo (14, 13-21): después de la muerte de Juan Bautista, Jesucristo quiere apartarse de la gente para orar. Pero al ver la multitud que le sigue, se llenó de compasión por ella y curó a los enfermos. Cuando los apóstoles quieren despedir a la muchedumbre para que coman en sus aldeas, Jesús les dijo: —No hace falta que se vayan, dadles vosotros de comer. Ellos le respondieron: —Aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces . Él les dijo: —Traédmelos aquí. Entonces mandó a la gente que se acomodara en la hierba. Tomó los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los dio a los discípulos y los discípulos a la gente. Comieron todos hasta qu

El tesoro escondido y la perla preciosa

Para sacar adelante la familia hace falta dinero. Y para obtener ese patrimonio, hay distintas maneras legales: la herencia, el trabajo constante o un golpe de suerte (el Baloto, la lotería, etc.). El Señor conocía bien la mente de los que le escuchaban, y entre sus parábolas propuso una relacionada con el mundo de los negocios (Mateo 13, 44-52):  El Reino de los Cielos es como un tesoro escondido en el campo que, al encontrarlo un hombre, lo oculta y, en su alegría, va y vende todo cuanto tiene y compra aquel campo. Asimismo el Reino de los Cielos es como un comerciante que busca perlas finas y, cuando encuentra una perla de gran valor, va y vende todo cuanto tiene y la compra. Hay una diferencia notoria entre dos ejemplos tan similares: el tesoro escondido es un regalo inusitado, mientras la perla supone trabajo, esfuerzo, riesgo. El sueño de un tesoro inesperado tenía un Palestina un asidero: cuenta Shuler que, cuando los habitantes de Judá fueron llevados al exilio

Parábola de la cizaña

Hace poco estuve en el Valle del Cauca y pude admirar, una vez más, el esplendor y la fecundidad de esas tierras. Encontré cañaverales listos para la siega, y terrenos en pleno proceso del arado. Sin embargo, también había, al lado de la finca donde me alojé, malas hierbas, basuras, hojas secas, que afeaban la belleza del entorno. Pensé en las parábolas del reino que presenta San Mateo. Después de la parábola del sembrador, Jesús propone otra enseñanza complementaria, el ejemplo de la cizaña : —El Reino de los Cielos es como un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras dormían los hombres, vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue.   Esta parábola admite varias interpretaciones. Para evitar la tentación de pensar que nosotros somos los buenos y los demás pecadores, se puede ver que todos somos cizaña. Y que el Señor se encarnó para convertirnos en trigo. Él mismo se hizo cizaña, para que nosotros alcanzáramos la dignidad del trigo: tri

La parábola del sembrador

El Evangelio de Mateo presenta la predicación de Jesús en cinco grandes discursos. El tercero de ellos es llamado Discurso de las Parábolas, pues presenta siete en total, acerca del Reino de los Cielos. Aquel día salió Jesús de casa y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno a él una multitud tan grande, que tuvo que subir a sentarse en una barca, mientras toda la multitud permanecía en la playa. Y se puso a hablarles muchas cosas con parábolas.   La jornada debía de ser agradable. La barca –probablemente la de Pedro, como en otra ocasión- sirve como púlpito y la playa como auditorio. La primera parábola es la del sembrador , que para los labriegos de aquel paraje debería de sonar muy familiar: —Salió el sembrador a sembrar…   Más adelante explicará el sentido alegórico: la semilla es el mensaje del reino, la buena noticia del Evangelio, la doctrina, la palabra. La tierra son los oyentes. Hay cuatro escenarios: el primero, cayó junto al camino y vinieron los pájaros

Humildad de Jesús

Zacarías anuncia una profecía que con el tiempo se vio que era mesiánica: “Alégrate sobremanera, hija de Sión; da gritos de júbilo, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti, justo y victorioso, humilde y montado en un burrito”. Lucas tiene en cuenta la primera parte, cuando anuncia el saludo del Ángel a María: “Alégrate, llena de gracia”, le dice, mostrando que se está empezando a cumplir la profecía: “mira a tu rey que viene a ti, justo y victorioso”.  El Domingo de Ramos se verá cumplida también la segunda parte: “mira a tu rey que viene a ti, justo y victorioso, humilde y montado en un burrito”. No entra a Jerusalén en medio de una caravana apabullante, sobre elefantes adornados con todo boato, o en un brioso caballo árabe: “mira a tu rey que viene a ti montado en un burrito”. Escoge lo más sencillo: un pollino, un burrito pequeño.  Humildad de Jesús. No solo el Domingo de Ramos. El Evangelio del XIV domingo relaciona este pasaje con Mateo (11, 25-30): “