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El pesebre como altar

El segundo capítulo del evangelio de san Lucas comienza con una noticia que rompió la tranquilidad del hogar de María y José en Nazaret: «Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio. Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad» (Lc 2, 1-2). No era el mejor momento para organizar un viaje, justo cuando María estaba a punto de dar a luz. Sin embargo, desde el primer momento, tanto ella como su esposo habían experimentado que la grandeza de su vocación llevaba aneja la Cruz y emprendieron el camino, probablemente “bordeando el río Jordán, que era el que seguía la mayor parte de los galileos que se desplazaban a la Ciudad Santa. Eran unos ciento cincuenta kilómetros que, habitualmente, se hacían andando o en asno” (Quemada, Huellas de Jesús). También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Ga

Navidad: manifestación, gracia y salvación

Celebramos la fiesta más importante del cristianismo, después de la Pascua : el nacimiento de Jesús en Belén. Tras casi un mes de preparación por medio del tiempo de Adviento, durante el cual procuramos imitar la actitud de piadosa expectativa que aprendimos de María, contemplamos ahora el cumplimiento de la promesa esperada por siglos. La liturgia nos propone que meditemos el relato de san Lucas (cap. 2): Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio. Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Con este contexto histórico “aparece como trasfondo la gran historia universal representada por el imperio romano” (Benedicto XVI, Jesús de Nazaret). Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad. También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María,

Navidad: humildad y paz

En la noche de Navidad, la liturgia invita a contemplar el capítulo segundo del evangelio de san Lucas: en la noche la primera mitad, y el resto en la Misa de la aurora. El esquema que sigue el evangelista comienza narrando la convocatoria del censo, al que debían desplazarse san José y la Virgen, por ser descendientes de David: Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio. Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. La Providencia divina se sirvió de la autoridad imperial para que se cumplieran las profecías. Y puso a la Sagrada Familia en el ambiente redentor del sufrimiento: ¡cuánto padecería José, al no poder ofrecerle a su Esposa los medios adecuados para un alumbramiento digno! ¡Y cuánto sufriría la Virgen, con nueve meses de embarazo, un camino de varios días a lomo de mula! En su oración le ofrecerían a Dios las incomodidades, físicas y morales, del desplazamiento -también la hu