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Mostrando las entradas con la etiqueta Marcos 6;30-44

Rogad al dueño de la mies que mande trabajadores a su mies

I. El profeta Isaías es el protagonista de los primeros días del Adviento. Hemos considerado esta semana, en primer lugar, el capítulo 11, cuando anuncia sus “Promesas de paz” ante la destrucción causada por la invasión asiria. La primera profecía consiste en que brotará un “nezer”, un renuevo (vivo) del tronco (seco) de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor . Más adelante, en el capítulo 25, hemos considerado el banquete del Señor, que la liturgia relaciona claramente con el salmo 22 (Habitaré en la casa del Señor por años sin término) y con la multiplicación de los panes (Mt 15), mostrando así que la profecía se cumplió con el nacimiento de Jesús en la “casa del pan” que es Belén. También hemos meditado sobre el cántico de acción de gracias que Isaías transcribe en el capítulo 26: Que entre un pueblo justo, que observa la lealtad. El evangelio de Mateo (7,27) anuncia en qué consiste esa lealtad exigida para entrar en la ciudad

El descanso cristiano

Después de la misión apostólica, Marcos relata el regreso de los discípulos que le cuentan a Jesús todas las peripecias de sus correrías apostólicas: Reunidos los apóstoles con Jesús, le explicaron todo lo que habían hecho y enseñado. Le narran los milagros, las curaciones, los exorcismos; pero también la doctrina que estuvieron predicando, lo que habían aprendido a su lado. Y les dice: —Venid vosotros solos a un lugar apartado, y descansad un poco. Llama la atención esta actitud paternal del Señor, su preocupación por los detalles más pequeños, su cuidado por aquel grupo de discípulos, que conforman su nueva familia, en la que Él atiende incluso lo más material, como el descanso. Tenemos que aprender del Señor a cuidar de esos tiempos de pausa en el trabajo, tan necesarios para recuperar las fuerzas físicas pero también para no dejarnos apabullar por la barahúnda del movimiento social en el que nos movemos. Descansar es parte importante de la santificación de la vida co

Cinco panes y dos peces

Hacemos una pausa en el relato evangélico de San Marcos, que hace una semana nos dejó con Jesús frente a una gran multitud, de la cual sintió compasión porque andaban como ovejas que no tienen pastor.  La misericordia se nota en que les enseña. Pero además hace un milagro portentoso. Es aquí donde cede la palabra al apóstol San Juan, que le da mayor realce al signo y una gran explicación teológica. Por eso, durante los próximos cinco domingos consideraremos el capítulo sexto del cuarto evangelio, uno de los pasajes más profundos del Nuevo Testamento. Después de esto partió Jesús a la otra orilla del mar de Galilea, el de Tiberíades.   Iniciativa de Jesús, busca a la gente. Quiere que todos se salven, no se contenta con esperarlos. Así espera que nosotros salgamos al encuentro de las almas, para llevarles el tesoro de la vida divina y que también aprendamos de ellas en ese diálogo maravilloso de la amistad.  Le seguía una gran muchedumbre porque veían los signos que