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Mostrando las entradas de noviembre, 2010

Cristo Rey

Llegamos hoy al último domingo del año litúrgico y lo celebramos con la Solemnidad de Cristo, festejado como Rey del Universo: “ Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos ”, decimos en la Antífona de entrada, con el Apocalipsis.  ¿Pero qué significa ese reinado? ¿En qué consiste? ¿Para qué sirve? ¿Tiene sentido hablar de un reinado de Jesús cuando la Iglesia parece hacer agua por todos lados? ¿O se trata de los últimos esfuerzos del moribundo: cuando pierde fuerza humana, intenta reclamar para sí el poder de su Fundador? Las lecturas de la Misa nos ayudan a encuadrar cómo se debe entender el reinado de Jesús. Benedicto XVI dice que parecen un tríptico: la coronación de David como Rey, Cristo en la Cruz, el himno cristológico de San Pablo a los colosenses. Y comienza la exégesis por el cuadro central: la crucifixión de Jesús.  No deja de ser llamativo que

Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas

1. Al final de su evangelio, San Lucas presenta a Jesucristo en Jerusalén. Después de la entrada triunfal el Domingo de ramos, el Señor aparece impartiendo sus enseñanzas en el Templo, que era el orgullo de los jerosolimitanos, pues estaba adornado con bellas piedras y ofrendas votivas. El origen de este edificio se remonta al Templo de Salomón, que había sido destruido en el siglo VI a.C. Después del exilio de Babilonia, Zorobabel lo reconstruyó, pero le quedó pequeño y simple. Ya en tiempos cercanos al nacimiento de Jesús, el rey Herodes el Grande, amante de la arquitectura, hizo un gran proyecto para reconstruirlo: solo trabajaron sacerdotes, para que no lo construyeran manos impuras. Comenzó la obra el 19 a.C. y no terminó la última decoración hasta el 64 d.C. En la escena que presenta el tercer evangelio (Lc 21,5-19), Jesucristo lo ve casi concluido (corría más o menos el año 27 d.C., o sea que la obra llevaba unos 46 años, como dice el evangelio de Juan 2,20). Era mucho más