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Mostrando las entradas de abril, 2011

La resurrección de Lázaro

Llegamos al quinto domingo de Cuaresma, tiempo en el que la liturgia de la Palabra nos ha ayudado a acompañar a Jesús en su camino hasta la muerte en la Cruz. En el Evangelio de hoy, Juan narra un milagro que determina la condena a muerte de Jesús. Ya ha llegado su hora. Y precisamente es un signo de corte mayor: la resurrección de un muerto. De esta manera, como dice Perkins, Jesús da la vida y recibe la muerte. La escena se desarrolla en un pequeño poblado que está a tres kilómetros de Jerusalén, llamado Betania. Es conocido porque allí se quedaba Jesús en casa de unos amigos muy especiales: los hermanos Lázaro, María y Marta. San Juan dice que “los amaba”. A pesar de esa relación tan especial, el Señor esperó dos días antes de ir a visitarlos, aunque sabía que Lázaro estaba muy enfermo. Como siempre, Jesús actuó con pleno conocimiento de lo que hacía: “Esta enfermedad no es de muerte, sino para gloria de Dios, a fin de que por ella sea glorificado el Hijo de Dios”. Desde el com