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Mostrando las entradas de julio, 2017

Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón

Una manera de analizar la estructura del Evangelio de Mateo es centrándolo en la confesión de san Pedro en el capítulo 16, que ocurre Cesarea de Filipo. Antes de esa escena, Jesús predica sobre todo a las muchedumbres de Galilea. A partir de ese momento, se detiene en la formación de sus discípulos. Consideremos ahora un pasaje de la primera sección: después del “discurso de la montaña” y de algunos milagros que confirmaban la validez de su enseñanza, el segundo sermón del Maestro es el “discurso misionero”, con el cual Jesús instruía a los Apóstoles para su labor evangelizadora. A continuación, el evangelista presenta dos reacciones distintas ante la enseñanza divina: de una parte, la incredulidad de algunos y, por otro lado, la aceptación de personas como san Juan Bautista y los sencillos de corazón. El capítulo 11 (25-30) concluye con una acción de gracias del Señor, que los exégetas consideran una joya del Evangelio, una hermosa oración que Jesús dirige al Padre: “Te doy