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Mostrando las entradas con la etiqueta Lucas 18;9-14

El fariseo y el publicano

San Lucas nos transmite una parábola del Señor dirigida a algunos que confiaban en sí mismos teniéndose por justos y despreciaban a los demás. Dos hombres subieron al Templo a orar…   Necesidad de la oración. El Papa escribió una carta a los seminaristas, para concluir el Año Sacerdotal. En el primer punto habla precisamente de la oración: explica que debemos ser p ersonas de Dios , pues al Señor no lo tenemos como  un ser lejano: “Dios se ha manifestado en Jesucristo. En el rostro de Jesucristo vemos el rostro de Dios. En sus palabras escuchamos al mismo Dios que nos habla”. ¡Qué importante es ese “subir al Templo a orar”! Máxime cuando podemos encontrar a Jesús mismo presente en el Sagrario, con su cuerpo y su sangre, esperándonos para que le contemos nuestra vida. Juan Pablo II quiso que el Año Eucarístico de 2005 concluyera con una proliferación de capillas  en el mundo para adorar al Señor sacramentado. Y gracias a Dios muchos párrocos acogieron esa sugerencia. Quizá muy ce

Oración humilde. El fariseo y el publicano

Después de hablar de la necesidad de orar con insistencia en la parábola del juez injusto, Lucas (18,9-14) continúa enseñándonos otras características de la oración. Lo hace con la parábola del fariseo y el publicano:  Dijo también esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos teniéndose por justos y despreciaban a los demás: —Dos hombres subieron al Templo a orar: uno era fariseo y el otro publicano.  El fariseo, quedándose de pie, oraba para sus adentros: «Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana, pago el diezmo de todo lo que poseo». Pero el publicano, quedándose lejos, ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: «Oh Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador». Os digo que éste bajó justificado a su casa, y aquél no. Porque todo el que se ensalza será humillado, y todo el que se humilla será ensalzado. Gnilka explica de est