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Mostrando las entradas con la etiqueta enero

El Bautismo del Señor

  Temas:  1. El bautismo y sus efectos.  2. El Padre revela al Hijo y envía el Espíritu Santo .  3. Complacer a Dios con nuestra vida al servicio de Él y los hermanos.   1. El tiempo de Navidad termina con la fiesta del bautismo del Señor, con la cual concluye la octava de Epifanía. Hilario de Poitiers la contempla como la coronación de todo el periodo navideño: no es un parto virginal anunciado por el Ángel, ni una estrella que conduce a los Magos, no es la adoración rendida al Niño en su cuna, ni el testimonio de Juan que bautiza los que revelan, sino que es el Padre mismo quien habla desde el cielo y dice: “Éste es mi Hijo”. ( De Trinitate, 6, 23, 7) Quien nos revela hoy a Jesucristo es el mismo Padre eterno. Por esa razón, el Evangelio de san Marcos comienza con un resumen de la predicación del precursor: “ Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias ”. Ya hemos considerado en otras ocasiones la humildad d

Santa María, madre de Dios

        Temas:  1. Santa María, madre de Dios.  2. Madre de Dios y madre nuestra.  3. Esperanza nuestra. “Oh, María, llena de todas las gracias, Puerta abierta para Cristo que Él, como Rey, franquea, permaneciendo desde el principio y para siempre cerrada”. La Navidad es una fiesta cristológica, en la cual celebramos que “salió del claustro de la Virgen el Hijo del eterno Padre”. Pero también festejamos que su madre, una representante del género humano, nos trae “la esperanza ilimitada”. San Josemaría escribió que “todas las fiestas de Nuestra Señora son grandes, porque constituyen ocasiones que la Iglesia nos brinda para demostrar con hechos nuestro amor a Santa María. Pero si tuviera que escoger una, entre esas festividades, prefiero la de hoy: la maternidad divina de la Santísima Virgen” (AD, n. 274). Se entiende que una persona para la cual sus grandes amores son Cristo y María goce con una solemnidad que conmemora su vínculo humano y divino. Quizá por esa misma razón le gust

Santa María, Madre de Dios

La Iglesia dedica el primer día del año a conmemorar la solemnidad de la maternidad divina de Santa María. Como dice el Catecismo: “Dios envió a su Hijo, pero para ‘formarle un cuerpo’ quiso la libre cooperación de una criatura. Por eso desde toda la eternidad, escogió, para ser Madre de su Hijo, a una hija de Israel, una joven judía de Nazaret” (n. 488). En el Nuevo Testamento se habla desde el comienzo de la Virgen María como Madre de Jesús, y de Jesús como Hijo de Dios. Por un silogismo lógico, María entonces es la Madre de Dios. Uno de los primeros textos sagrados que menciona el tema lo hace de modo contundente, y por eso es la segunda lectura de la Misa (Ga 4, 4): cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer.   Más adelante, desde el siglo II, para reafirmar contra los gnósticos y los docetas que Jesús era verdadero hombre, los Padres de la Iglesia (Ignacio, Justino, Ireneo, Tertuliano) insistieron en la maternidad de santa María. A finales d

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra.

El nacimiento de Jesucristo es, como su resurrección, una solemnidad que la Iglesia festeja con todo boato. Una de las manifestaciones de la grandeza de la celebración es que no se limita a un día, sino a toda la semana. Otra muestra de la importancia es cómo concluye esa Octava: en Pascua, con el domingo de la Divina Misericordia; en Navidad, con la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. La maternidad divina de María es, según los teólogos, “el tema central de toda la mariología”; y se debe entender en sentido propio, es decir: “en cuanto madre de un Hijo que, desde el primer momento de su concepción, es ya Dios” (Cf. Ponce). Los Padres de la Iglesia enseñan que esa maternidad es verdadera, virginal y divina . Resaltando esta verdad, la Iglesia primitiva defendía la humanidad de Jesús contra los gnósticos y sus seguidores los docetas, según los cuales Dios no se había encarnado: o porque Jesús no era Dios, o porque no era hijo de María. Por esa razón, el concilio de Nicea (3

Epifanía: "vieron al niño con María y lo adoraron".

Una estrella que supera al sol en luz y hermosura, anuncia que, con carne humana, Dios ha venido a la tierra (Himno de la Liturgia de las horas). En la segunda semana de Navidad se conmemora la manifestación pública, universal si se quiere, de la gloria del Hijo de Dios a los pueblos de la tierra. San León Magno predica que «la misericordiosa providencia de Dios, que ya había decidido venir en los últimos tiempos en ayuda del mundo que perecía, determinó de antemano la salvación de todos los pueblos en Cristo». Una consideración muy oportuna para el año de la misericordia, destacar que la Encarnación de Jesucristo y su paulatina revelación a todas las gentes procede del corazón clemente del Señor. Como anuncia el profeta Isaías, el Niño es Luz para los gentiles que andaban en tinieblas (60,1-6). Desde entonces, continúa iluminando las mentes de las personas rectas que buscan, quizá a tientas, la verdad de su vida, del universo que habitan, del Dios que explica su origen y su dest

La conversión de san Pablo

Celebramos hoy una fiesta importante en la vida de la Iglesia, al comienzo del año: la conversión del apóstol san Pablo. También concluimos el octavario por la unidad de los cristianos, una semana en la que imploramos la intercesión del apóstol de las gentes para que todos seamos uno, como pidió el Señor en la última cena. En nuestro diálogo con el Señor, contemplemos algunos trazos de la vida de esta columna de la Iglesia: Antes de llamarse Pablo, era un fariseo que vivía en la actual Turquía, en Tarso, una ciudad de 300.000 habitantes, donde se ofrecían estudios superiores en artes liberales, una verdadera metrópoli. Pertenecía además a una familia judía, hebreo de pura cepa (Flp 3,5) pero además ciudadano romano, un privilegio que no muchos israelitas poseían. Pablo era orgullosamente judío, como lo vemos en las descripciones que él mismo hace, por ejemplo en la defensa que transmite el libro de los Hechos (22,3): Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, educado en esta ciud