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Mostrando las entradas de marzo, 2014

Curación del hijo de un funcionario real

Después del diálogo con la samaritana, san Juan presenta en su Evangelio un milagro de curación: en este caso, se trata del hijo de un alto funcionario real de Cafarnaún (Jn 4,43-54): Dos días después marchó de allí hacia Galilea. Pues Jesús mismo había dado testimonio de que un profeta no es honrado en su propia tierra. Cuando vino a Galilea, le recibieron los galileos porque habían visto todo cuanto hizo en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Estamos apenas comenzando el “libro de los signos”, como se llama a la primera parte del cuarto Evangelio, y notamos el énfasis que pone el autor sagrado en la fe exigida para que se den los milagros. En Caná, después del milagro, sus discípulos creyeron en Él. Por el contrario, en este caso vemos que el orden es inverso: el funcionario cree antes de que ocurra el prodigio: Entonces vino de nuevo a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, cuyo hijo estaba

El ciego de nacimiento

En uno de sus viajes a Jerusalén para la fiesta de los Tabernáculos, Jesús se presenta como la Luz del mundo. La ocasión era muy apropiada, pues uno de los ritos que se tenían en esas conmemoraciones era encender cuatro grandes lámparas en el atrio de las mujeres del Tempo para iluminar la Ciudad santa. De esa manera se evocaba la luz que iluminaba la Tienda sagrada en tiempos de Moisés. En el capítulo noveno, san Juan relata el encuentro con un hombre que padecía ceguera desde su nacimiento. Llevaba una vida dura, pues a las incomodidades que le conllevaba su limitación se añadían las maledicencias de sus coterráneos, que atribuían su enfermedad a un castigo divino  por algún pecado. De hecho, cuando pasa Jesús a su lado, escucha que los discípulos le formulan esa pregunta que él había escuchado tantas veces antes: –Rabbí, ¿quién pecó: éste o sus padres, para que naciera ciego? Estaba dispuesto a escuchar la enésima explicación sobre el origen pecaminoso de su trastorno, cuan

El demonio mudo

En el capítulo once de san Lucas, se continúa narrando el viaje de Jesús desde Galilea hasta Jerusalén. En medio de las diversas enseñanzas que trae este pasaje, se narra como de pasada otro milagro más, que es al mismo tiempo de curación y exorcismo: Estaba expulsando un demonio que era mudo. Y cuando salió el demonio, habló el mudo y la multitud se quedó admirada . En Mateo se dice que este mudo era, además, sordo y ciego. Por eso comenta San Jerónimo que “En un solo hombre hizo el Señor tres prodigios: darle la vista, darle la palabra, y librarlo del demonio. Y lo que hizo entonces exteriormente, lo hace todos los días en la conversión de los pecadores, que después de verse libres del demonio, reciben la luz de la fe y consagran su lengua, incapaz antes de hablar, a las alabanzas divinas”. El pasaje continúa en una discusión del Maestro con los fariseos, que lo acusan de actuar como enviado del demonio, a lo que el Señor les responde que no puede haber división en ningún bando