Casi una semana después de celebrar la fiesta del Corpus Christi, conmemoramos la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Esta celebración se remonta al siglo XVII, cuando Santa Margarita María de Alacoque recibió la vocación de extender por el mundo la devoción al Corazón de Jesús. Como dice la Antífona de entrada, los proyectos del corazón del Señor subsisten de edad en edad, para librar las vidas de sus fieles de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre (Salmo 32).
La Liturgia nos invita a considerar dos temas: el amor que Dios nos tiene y el compromiso de transmitir ese amor a los demás. La oración colecta pide: “Dios todopoderoso, al celebrar hoy la solemnidad del Corazón de Jesús recordamos el inmenso amor de tu Hijo para con nosotros; concédenos alcanzar de esa fuente divina la abundancia inagotable de tu gracia”.
La Liturgia nos invita a considerar dos temas: el amor que Dios nos tiene y el compromiso de transmitir ese amor a los demás. La oración colecta pide: “Dios todopoderoso, al celebrar hoy la solemnidad del Corazón de Jesús recordamos el inmenso amor de tu Hijo para con nosotros; concédenos alcanzar de esa fuente divina la abundancia inagotable de tu gracia”.
Sucedió en un campo de concentración nazi. Un día se escapó un preso y, en represalia, los soldados escogieron a diez prisioneros para morir. Al saberlo, uno de los seleccionados, el sargento polaco F. Gajownickzek, gritó: "Dios mío, yo tengo esposa e hijos. ¿Quién los va a cuidar?". Y de entre la fila se adelantó San Maximiliano, ofreciéndose para que lo mataran en su lugar. Como argumento dijo: «Yo me ofrezco para sustituir a este hombre, soy sacerdote católico y polaco, y no soy casado». Después de dudarlo un momento, el soldado alemán aceptó. Después de bastantes días padeciendo hambre en un sótano, durante los cuales ayudó a bien morir a los otros nueve compañeros, le inyectaron cianuro el
También lo explicaba Benedicto XVI: “toda la ley divina se resume en el amor. El doble mandamiento del amor a Dios y al prójimo encierra los dos aspectos de un único dinamismo del corazón y de la vida. Así, Jesús cumple la revelación antigua, sin añadir un mandamiento inédito, sino realizando en sí mismo y en su acción salvífica la síntesis viva de los dos grandes mandamientos de la antigua alianza: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón..." y "Amarás a tu prójimo como a ti mismo"
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