Según una muy antigua tradición de la Iglesia, el Viernes y el Sábado Santos son días alitúrgicos. Recuerdan el ayuno eucarístico, al que se sometió San Agustín, que ofreció al Señor no comulgar por un tiempo , como penitencia dolorosa. El altar está totalmente desnudo: sin cruz ni candeleros sobre el altar. La Iglesia, con su sobriedad litúrgica, nos ayuda a sentir vivamente la ausencia del Esposo. La asamblea litúrgica se reúne para celebrar la Pasión del Señor más o menos a la misma hora en que sucedió: las tres de la tarde. La celebración consta de tres partes: Liturgia de la Palabra, adoración de la Cruz y Sagrada Comunión, que solo puede hacerse en ese momento (a los enfermos se les puede llevar en cualquier momento). Se comienza con una austera procesión de entrada, seguida de una postración durante la cual se ora al Señor. Vienen a la mente, durante esos momentos, las consideraciones que
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