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Mostrando las entradas con la etiqueta virgen santísima

María, nuestra Madre

Acabamos de contemplar en las lecturas del primer sábado de Adviento que el Señor se compadece de las multitudes y de cada persona (al ver a las multitudes se llenó de compasión por ellas, porque estaban maltratadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor) , se apiada al oír el clamor de la súplica . Por eso decimos con el Salmo Bienaventurados los que esperan al Señor .  En este tiempo de preparación para la Navidad somos nosotros esos elegidos que esperan, diciendo: “¡Ven, Señor Jesús, ven a nuestras almas, no tardes tanto!” Porque el pasaje evangélico de hoy también nos muestra en qué consiste la compasión de Jesús: en que ruega que haya obreros para la mies, elige a sus doce discípulos y les da la misión de predicar la cercanía del Reino, expulsar demonios, curar enfermedades. Y para que no nos sintamos solos en este empeño, nos deja a la primera discípula que es María, su Madre, también como Madre nuestra. Ayer meditábamos sobre María Madre de Dios. Y h

Llena de gracia

Celebramos hoy el tercer día de la Novena a la Inmaculada. Como es martes de la primera semana de adviento, la liturgia nos propone un corto pasaje del Evangelio de San Lucas (10, 21-24), que muestra a Jesucristo exultando en el Espíritu: En aquel mismo momento se llenó de gozo en el Espíritu Santo y dijo: —Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre, ni quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo. Y volviéndose hacia los discípulos les dijo aparte: —Bienaventurados los ojos que ven lo que estáis viendo. Pues os aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros estáis viendo y no lo vieron; y oír lo que estáis oyendo y no lo oyeron . Los exegetas llaman a este pasaje el «himno de júbilo» del Señor. Jesú

Asunción de María

Canta la liturgia en honor de la Asunción : “Oh Virgen María, alegría del mundo y estrella nueva del Cielo, que engendraste al Sol, de Quien Tú misma eres creadora: no dejes de acercar tu mano y auxiliar al caído. Puesto que nadie ignora que Tú eres la Escala tendida por Dios, por medio de la cual el Verbo descendió al mundo ayúdanos a escalar hasta la cumbre del Cielo . El coro beatísimo de los Ángeles y el de los Apóstoles y los Profetas, te admiran como la Criatura más alta y noble, después de Dios”. La Misa de hoy comienza con esta antífona: “Alegrémonos todos en el Señor y alabemos al Hijo de Dios, junto con los ángeles, al celebrar hay la Asunción al cielo de nuestra Madre, la Virgen María ”. Y en la oración colecta se resumen nuestros sentimientos de este día: “Dios todopoderoso y eterno, que hiciste subir al cielo en cuerpo y alma a la inmaculada Virgen María, Madre de tu Hijo; concédenos vivir en este mundo sin perder de vista los bienes del cielo y con la esperanza d

Fátima: Juan Pablo II, Rosario, penitencia

Durante muchos años, un tema tabú para los medios era el tercer secreto de Fátima: los más avezados aseguraban que se trataba del nuevo poderío de China o que escondía arcanos apocalípticos, etc. Fue Juan Pablo II el Papa que permitió la publicación del secreto, con su interpretación. Estaba convencido de que en él se había cumplido. Como ha escrito Benedicto XVI , " Juan Pablo II, fecundo en inspiraciones proféticas y personalmente convencido de que "la mano materna" de la Virgen había desviado la bala que podría haber sido mortal para él, vio que había llegado el momento de disipar el halo de misterio que envolvía la última parte del secreto confiado por la Virgen a los tres pastorcitos de Fátima". El Papa actual señala que la convicción de su predecesor es una inspiración profética: "la mano materna" de la Virgen desvió la bala que podría haber sido mortal para él. Pero lo más importante fue, como el Papa anterior señaló en otras ocasione

Navidad: alegría, optimismo, esperanza

La Misa de la vigilia de Navidad comienza pidiendo al Señor que, “así como ahora acogemos a tu Hijo, llenos de júbilo , como a nuestro redentor, así también cuando venga como juez, podamos recibirlo llenos de confianza”. Y uno puede pensar qué sentido tiene hablar de júbilo en un tiempo como el nuestro, lleno de eventos negativos de todo tipo. Alguno puede llegar a preguntarse, quizá, si no tendrán razón los que piensan que la Navidad es un momento de anestesia, medio mítico, sin mayores consecuencias verdaderas. Por el contrario, la liturgia está llena de ecos del anuncio de los ángeles: “ ¡Os anuncio una gran alegría!”. En la primera lectura, el capítulo 62 (1-5) de Isaías presenta una celebración jubilosa de Jerusalén: el Señor se ha complacido en ti . Una voz se eleva intercediendo por la bienamada, que fue abandonada por un tiempo: “tu esposo será tu Creador”, había dicho el capítulo 54. (Pelletier): “ Por amor a Sión no me callaré y por amor a Jerusalén no me daré re

28-XII. Santos inocentes. Vocación

La Iglesia celebra el 28 de diciembre la fiesta de los Santos Inocentes. Más allá de las inocentadas, esta celebración nos puede ayudar a considerar que hemos de reconocernos pecadores y luchar contra el pecado. Parecernos al verdadero inocente, Jesucristo. Y acudir a los medios de santificación que nos lo facilitan: los sacramentos, la dirección espiritual. En la primera lectura, San Juan ( 1 Juan 1, 5-10; 2, 1-2 ) aclara que la sangre de Cristo nos purifica de todo pecado. "Queridos hermanos: Este es el mensaje que le hemos oído a Jesucristo y les anunciamos: Dios es luz y no hay en él oscuridad alguna. Si decimos que estamos en comunión con él, y andamos en oscuridad, mentimos y no practicamos la verdad. (...) Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no habita en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, Dios, que es justo y fiel, perdonará nuestros pecados y nos purificará de toda maldad. (...) Hijos míos, les escribo estas cosas para

Vocación de María: valentía de osar con Dios

La solemnidad de la Inmaculada Concepción de María está llena de consideraciones para nuestra vida: ya hemos meditado sobre el pecado y la libertad, al leer el Protoevangelio del Génesis. El Evangelio del día nos hace ver una escena que para el Papa Benedicto XVI “es una de las páginas más hermosas de la sagrada Escritura ”. Con esa presentación la veremos, seguramente, con ojos más atentos: “ En el sexto mes fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David. La virgen se llamaba María. Y entró donde ella estaba y le dijo: —Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo”.  El Papa comenta que el saludo del ángel: “está entretejido con hilos del Antiguo Testamento, especialmente del profeta Sofonías. Nos hace comprender que (…) en la humildad de la casa de Nazaret vive el Israel santo, el resto puro. Dios salvó y salva a su pueblo. Del tronco abatido resplandece nue

Inmaculada Concepción

8 de diciembre. Celebramos hoy la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Como dice la Bula Ineffabilis Deus que Pío IX, proclamó el 8-XII-1854, la Virgen fue preservada “inmune de toda mancha de culpa, en atención a los méritos de Cristo. (...) Fue sede de todas las gracias divinas y de todos los carismas del Espíritu Santo, hasta el punto de no haber estado nunca bajo el poder del mal”.  Hay un himno de la Liturgia de las Horas para esta solemnidad que alaba a la Virgen con unas palabras hermosísimas. El canto le aplica a Ella una serie de figuras del Antiguo Testamento: “ El inicio de la vida de la Virgen , Madre de Dios, hace que despunte para la melodía de este himno, un motivo nuevo de alegría. Oh María, gloria del mundo, Hija de la Luz . El pecado original salpicó a todos los mortales, pero aparte de tu Hijo, sólo Tú estuviste siempre libre de culpa. eterna, a Quien tu Hijo preservó de toda mancha. Y como David doblegó la arrogancia de Goliat, así tu pie aplastó l