Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas con la etiqueta jesucristo

Navidad del Año de la misericordia

Cada año la liturgia nos ayuda a revivir los principales misterios de la vida de Cristo: desde su nacimiento en Belén hasta el triduo pascual. En Navidad, nos servimos de los Evangelios de la infancia y también de la oración de los santos, que nos ayudan a profundizar en el sentido profundo de estos momentos de la vida de nuestro Señor, para no correr el riesgo de quedarnos en sentimentalismos estériles. Contemplemos, por ejemplo, unas palabras de san Josemaría: « Dios nos enseña a abandonarnos por completo. Mirad cuál es el ambiente, donde Cristo nace. Todo allí nos insiste en esta entrega sin condiciones » (Carta 14-II-1974, n. 2. Citado por Echevarría J., Carta Pastoral, 1-XII-2015. Subrayados añadidos). Pongamos nuestras miradas en el pesebre de Belén. Observemos al Niño, inerme, generoso, entregado por completo en las manos de los hombres. Y contemplemos la donación total de María y de José. Cada uno a su modo, los tres miembros de la Sagrada Familia viven una entrega sin c

La Anunciación a María y la Encarnación del Señor

Cada 25 de marzo la Iglesia conmemora la Encarnación de nuestro Señor Jesucristo en las purísimas entrañas de la Virgen María, que es el evento con el que se llega al culmen de la Revelación. Después de la creación, del anuncio del Mesías, del envío de los profetas, los jueces, los sacerdotes y los reyes, de la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud de Egipto, y de la tortuosa llegada a la tierra prometida, aparece la manifestación suprema del amor de Dios. Como fruto de la oración de tantas personas santas ―algunas ejemplares también por sus ejemplos de conversión― a lo largo del Antiguo Testamento: de Abel, Noé, Abraham, Moisés, David, Salomón, Melquisedec, Jonás, Job, Joaquín; y de mujeres como Susana, Sara, Débora, Raquel, Judith, Rut, Ana, Isabel, etc., llegamos a la plenitud de los tiempos, al momento esperado durante tantos siglos. Según una antigua tradición, en el 25 de marzo coinciden ―además del equinoccio de la primavera, que es el día en el que la cre

Actividad en Cafarnaún

San Marcos, en su estilo directo y gráfico, enseña desde el primer momento cuál era el talante de Jesús: lo muestra como un predicador exigente y polémico. Antes de narrar los primeros milagros, aparece el Señor en la sinagoga haciendo los primeros pasos con su grupo de discípulos (Mc 1,21-28): Y entran en Cafarnaún y, al sábado siguiente, entra en la sinagoga a enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas. Es significativo que la liturgia (domingo IV-B) relaciona este pasaje con el capítulo 18 del Deuteronomio, en el que Moisés promete al pueblo un nuevo profeta: El Señor, tu Dios, te suscitará de entre los tuyos, de entre tus hermanos, un profeta como yo . Con esta promesa comienza Benedicto XVI su libro sobre Jesús de Nazaret. Llama la atención que Dios no promete un nuevo rey, como David, sino un nuevo profeta, al estilo de Moisés. El papa alemán expone el contexto en el que se anuncia esa promesa: en medio de un a

El Bautismo del Señor

El tiempo de Navidad, uno de los tiempos fuertes del año litúrgico, termina con la celebración del Bautismo del Señor. La narración de san Marcos es, como en el resto de su Evangelio, escueta y directa (1,7-11): Llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse los cielos y al Espíritu que bajaba hacia él como una paloma. Se oyó una voz desde los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco». Ese misterio de la vida de Cristo tiene un estrecho vínculo con la Epifanía y con el milagro de las bodas de Caná. Como dice la Antífona de las laudes del 6 de enero, «hoy la Iglesia se ha unido a su celestial Esposo, porque, en el Jordán Cristo la purifica de sus pecados; los magos acuden con regalos a las bodas del Rey, y los invitados se alegran por el agua convertida en vino». Los Padres de la Iglesia también unen estas festividades. Por ejemplo, san Proclo enseñaba: «El agua del diluvio acabó con el género humano;

El ciego de nacimiento

En uno de sus viajes a Jerusalén para la fiesta de los Tabernáculos, Jesús se presenta como la Luz del mundo. La ocasión era muy apropiada, pues uno de los ritos que se tenían en esas conmemoraciones era encender cuatro grandes lámparas en el atrio de las mujeres del Tempo para iluminar la Ciudad santa. De esa manera se evocaba la luz que iluminaba la Tienda sagrada en tiempos de Moisés. En el capítulo noveno, san Juan relata el encuentro con un hombre que padecía ceguera desde su nacimiento. Llevaba una vida dura, pues a las incomodidades que le conllevaba su limitación se añadían las maledicencias de sus coterráneos, que atribuían su enfermedad a un castigo divino  por algún pecado. De hecho, cuando pasa Jesús a su lado, escucha que los discípulos le formulan esa pregunta que él había escuchado tantas veces antes: –Rabbí, ¿quién pecó: éste o sus padres, para que naciera ciego? Estaba dispuesto a escuchar la enésima explicación sobre el origen pecaminoso de su trastorno, cuan