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Mostrando las entradas con la etiqueta apostolado

Fuego he venido a traer a la tierra

Hace poco me contaba un amigo la decepción que había experimentado al retorno de un largo viaje lejos de su país: en muchos meses, después de su regreso, no había podido encontrarse con sus colegas de universidad, ni con los compañeros de infancia, ¡ni siquiera con varios parientes cercanos, coetáneos! Con razón, no los culpaba: el tráfago de la existencia cotidiana impide a muchas personas cultivar amistades con las que se vivió momentos gratos, manifestar el agradecimiento, o simplemente expresar el cariño. Así, mucha gente se mueve en un pequeño círculo, y terminamos en una enfermedad que la filosofía contemporánea ha denominado el «atomismo social», que es una de las causas del «enfriamiento global» de las relaciones interpersonales. Veíamos, en la misma conversación, cómo el cristiano está vacunado contra esa patología, pues por naturaleza debe estar pendiente de los demás, trata de compartir con las personas que quiere lo mejor que posee: el amor de Jesucristo. De hecho, aye

La resurrección del hijo de la viuda de Naín

San Lucas es el evangelista de la misericordia divina. Suyos son, en exclusiva, los relatos del hijo pródigo, del fariseo y el publicano y la escena que contemplaremos en nuestra oración de hoy.  Estamos comenzando el capítulo séptimo del tercer evangelio. En el capítulo anterior, el evangelista ha transmitido la predicación del Discurso del Llano, cuya virtud clave es precisamente la misericordia. El Señor, como una muestra de que ejercita lo que predica, ha llamado antes a los doce: ha pasado «misericordiando y eligiendo», como dice el lema episcopal del papa Francisco. Una vez establecido el colegio de los apóstoles, Jesús hace una correría apostólica con ellos: esta misión incluye la predicación, como se ha visto en el discurso del Llano anterior y en el posterior sermón de las parábolas, pero también los milagros. Lucas transmite los milagros comunes a los sinópticos más uno exclusivo suyo: marchó a una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y una gran muchedumbre.

Mar adentro

Celebramos hoy el quinto domingo del tiempo ordinario. Seguimos considerando los inicios del Evangelio de San Lucas. Al comienzo, narra los inicios del apostolado del Señor en Galilea: el anuncio del cumplimiento de las Escrituras en la sinagoga, la predicación –el Discurso del Llano y las Parábolas del Reino- que confirma con milagros. Desde muy temprano en su narración, Lucas presenta la elección de los discípulos, como veremos hoy (5,1-11). Estaba Jesús junto al lago de Genesaret y la multitud se agolpaba a su alrededor para oír la palabra de Dios. «Vamos a acompañar a Cristo en esta pesca divina. Jesús está junto al lago de Genesaret y las gentes se agolpan a su alrededor, ansiosas de escuchar la palabra de Dios. ¡Como hoy! ¿No lo veis? Están deseando oír el mensaje de Dios, aunque externamente lo disimulen. Quizá algunos han olvidado la doctrina de Cristo; otros -sin culpa de su parte- no la aprendieron nunca, y piensan en la religión como en algo extraño. Pero, convenceos

Quien quiera ser el primero, que sea el servidor

En el capítulo noveno del Evangelio de San Marcos aparece el segundo anuncio de la pasión del Señor. El primero había sido después de la confesión de Pedro, en Cesarea de Filipo. Si la primera parte de ese Evangelio había sido la narración del ministerio de Jesús en Galilea, la segunda parte -en la que ahora estamos- se dedica al ministerio camino de Jerusalén, donde el Señor encontrará la muerte.  Nos encontramos en la recta final del relato de Marcos, y Jesús se dedica de lleno a la última formación de los Apóstoles: Salieron de allí y atravesaron Galilea. Y no quería que nadie lo supiese, porque iba instruyendo a sus discípulos.  En este contexto se dan los anuncios de la pasión, para que estén preparados cuando lleguen esos duros momentos: Y les decía: —El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán.   Jesús anuncia que con su muerte se cumplirán las profecías del Antiguo Testamento, como la que presenta el comienzo del libro de la Sabiduría (2,

Los invitados a las bodas

1. En la recta final de su Evangelio, Mateo presenta a Jesús en el Templo, discutiendo con las autoridades judías. El maestro responde con tres “parábolas de juicio”, la última de las cuales vamos a contemplar en este rato de oración:   —El Reino de los Cielos es como un rey que celebró las bodas de su hijo y envió a sus siervos a llamar a los invitados a las bodas.     Una vez más Jesús compara el Reino con un banquete nupcial, en línea con la predicación de los profetas que anunciaban el matrimonio del Señor –el Hijo- con su pueblo. Pero éstos no querían acudir. Así somos, Señor. Tú nos invitas a gozar de tu intimidad divina y nosotros nos quedamos dedicados a lo nuestro. Nos inquieta que tus llamadas nos quiten nuestra alegría. Como si te tuviéramos miedo… El Señor, que generosamente ha dispuesto su gran mesa –como dice Lucas en el pasaje paralelo- insiste una vez más, como había hecho en el Antiguo Testamento . Nuevamente envió a otros siervos diciéndoles: «Decid a

San Juan Bautista, modelo de director espiritual

Celebramos hoy la fiesta del nacimiento de San Juan Bautista. Como dice San Agustín,  « Él es el único de los santos cuyo nacimiento se festeja; celebramos el nacimiento de Juan y el de Cristo »  (además del de la Virgen, habría que añadir) .  El motivo es que   « Juan viene a ser como la línea divisoria entre los dos Testamentos, el antiguo y el nuevo » , de acuerdo con lo que dice el mismo Señor en el Evangelio: es el último de los profetas, al que le tocó mostrar al Mesías en vivo y en directo. El Prefacio de la Misa resume la misión del Bautista en cuatro momentos: la visitación, la vocación, el bautismo y el martirio:  « Precursor de tu Hijo y el mayor de los nacidos de mujer, proclamamos su grandeza. Porque él saltó de alegría en el vientre de su madre al llegar el Salvador de la humanidad, y su nacimiento fue motivo de gozo para muchos. El fue escogido entre los profetas para mostrar a las gentes el Cordero que quita el pecado del mundo. El bautizó en el Jordán al au

Junto al pozo de Sicar: la samaritana

1. Continuamos avanzando en nuestro itinerario cuaresmal y llegamos hoy al tercer domingo , con el cual retomamos el curso catecumenal, preparación para los que se bautizarán en la próxima Pascua y rememoración de los compromisos bautismales para los que ya recibimos ese sacramento. San Juan nos invita a acompañar a Jesús, de regreso de Jerusalén, donde la animadversión de los fariseos había aumentado: “cuando supo Jesús que los fariseos habían oído que él hacía más discípulos y bautizaba más que Juan –aunque no era Jesús quien bautizaba, sino sus discípulos–, abandonó Judea y se marchó otra vez a Galilea”. El Señor se dirige al norte, donde tenía sus orígenes y donde había desarrollado el período inicial de su apostolado. Jesucristo escoge el camino más corto, pasando por Samaría, aunque tuviera que encontrarse con personas que no miraban bien a los judíos: había una historia de siglos de confrontación entre las dos poblaciones, pues ambas se consideraban las verdaderas adoradoras d