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Mostrando las entradas con la etiqueta confesión

Confesión

Estamos en Adviento. El período de Adviento del año mariano. La liturgia nos ayuda a prepararnos: Escuchen, pueblos, la palabra del Señor; anúncienla en todos los rincones de la tierra: He aquí que vendrá nuestro Salvador; ya no tengan miedo.  Proclamar la llegada del Señor, puede ser la mejor manera de preparar su celebración: “Escucha, Señor, nuestras plegarias y ayúdanos a prepararnos a celebrar con verdadera fe y pureza de corazón el misterio admirable de la Encarnación de tu Hijo”. Pero no deja de ser exigente la petición: con verdadera fe y pureza de corazón . Solo si el Señor nos purifica podremos estar dispuestos. Isaías (35, 1-10) asegura: Dios mismo viene a salvarnos. Isaías. Esto dice el Señor: "Saltarán de alegría el desierto y la tierra reseca; la llanura se regocijará y florecerá; florecerá como el lirio, se regocijará y dará gritos de alegría. Fortalezcan las manos cansadas, afiancen las rodillas vacilantes, digan a los cobardes de corazón:

Madre de Misericordia

Diciembre 5, sexto día de la Novena a la Inmaculada En el pasaje de la visitación de la Virgen a su prima Isabel, hay un momento en que nuestra Madre desborda de alegría en un himno tejido con textos del Antiguo Testamento: “María exclamó: —Proclama mi alma las grandezas del Señor, y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador: (…) Porque ha hecho en mí cosas grandes el Todopoderoso, cuyo nombre es Santo; su misericordia se derrama de generación en generación sobre los que le temen. Manifestó el poder de su brazo. (…) Protegió a Israel su siervo, recordando su misericordia, como había prometido a nuestros padres, Abrahán y su descendencia para siempre ”.  Juan Pablo II comentaba este pasaje de San Lucas diciendo que “en el Magnificat , cántico verdaderamente teológico porque revela la experiencia del rostro de Dios hecha por María, Dios no solo es el Poderoso , para el que nada es imposible, como había declarado Gabriel, sino también el Misericordioso , capaz de ternura y fidelidad

Confesión, perdón y amor

Uno de los pasajes más impresionantes de la Biblia es la historia del pecado de David, que mató a un soldado suyo para quedarse con su mujer, de la que antes había concebido un hijo. Cuando el profeta Natán le hace caer en la cuenta de la gravedad de su conducta, el rey David compone ese bellísimo salmo 51, en el que se abandona a la misericordia de Dios. La respuesta que le trae el profeta después de la conversión es la siguiente: «El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás.» (2 Sam 12, 7-10. 13). El anuncio de la misericordia de Dios continúa en el Nuevo Testamento. El evangelista que más insiste en esta faceta de la predicación de Jesús es San Lucas. Según Fabris , este Evangelio es sobre todo una buena noticia para los pobres, pues se dirige a la comunidad acomodada del mundo griego. Pero también proclama la salvación a los pecadores o excluidos. Este estilo de acogida para la salvación aparece de modo claro en un episodio reportado solo por Lucas: la pecadora anónima de G

Manchada y hermosa

Inclusive en las empresas más grandes, como pueden ser las instituciones divinas, se nota el influjo del pecado original. Puede verse en el Antiguo Testamento, cuando Moisés repartió su espíritu a los setenta ancianos (Números 11,25-29). Poco después de este hecho, otros dos elegidos, que no estaban en el grupo inicial, comenzaron a profetizar. Entonces Nun le pidió a Moisés que prohibiera esas profecías. La respuesta de Moisés invita a superar la soberbia del exclusivismo carismático: "¿Tienes celos de mí? ¡Ojalá todo el pueblo de Dios fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor! ". En el Nuevo Testamento ocurre una situación similar. El capítulo noveno de Marcos narra cómo Juan se acercó al Señor con la misma petición del ayudante de Moisés: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y como no es de los nuestros, se lo prohibimos". Jesús le respondió: "No se lo prohibáis, porque ninguno que haga milagros en mi nombre puede habla