En los primeros capítulos del Evangelio de Lucas vemos el inicio de la labor apostólica del Señor. Regresa a su Nazaret, el pueblo donde creció, y predica en la sinagoga: “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír” . Jesús se apropia la promesa del profeta, dice que él mismo es el Mesías prometido. Inmediatamente después vemos la reacción de los presentes, muy positiva al comienzo: “Todos daban testimonio en favor de él y se maravillaban de las palabras de gracia que procedían de su boca”. Sin embargo, en algunos surge la duda, “y decían: —¿No es éste el hijo de José?” ¿Cómo puede ser posible –pensarían- que aquél que conocimos pequeño, que durante su infancia no hizo nada raro, resulte ser ahora el Hijo de David? Les pasaba lo que cuenta una historia popular, de un campesino que había donado un cerezo de su propiedad para que hicieran con esa madera la imagen de un santo. Pasados los años, le preguntaron por qué le tenía tan poca devoción a ese intercesor, que tenía tan
@argumentaciones.Homilías de un sacerdote católico. Audios disponibles en https://co.ivoox.com/es/suscripciones_jb_8330681_1.html o en canal "argumentaciones" de Spotify (Imágenes tomadas en su mayoría de http://www.centroaletti.com/).