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Hija de Dios Padre

Novena Inmaculada, 4o. Día. Estamos ya en el cuarto día de la Novena en honor de la Inmaculada Concepción de María. San Lucas narra en su Evangelio que el ángel saluda a María con una expresión muy peculiar, “ jaire, kejaritomene ”: “alégrate, llena de gracia”. Juan Pablo II comenta que la traducción más adecuada sería: “alégrate, tú que has sido hecha llena de gracia”, o “colmada de gracia”, lo cual indicaría claramente que esa situación suya se trata de un don hecho por Dios a la Virgen. Ese mismo verbo lo usa San Pablo para indicar la abundancia de gracia que nos concede el Padre en Hijo amado. María la recibe como primicia de la redención. El papa Magno concluye que “en María, la gratuidad de la misericordia divina alcanza su grado supremo. En ella, la predilección de Dios, manifestada al pueblo elegido y en particular a los humildes y a los pobres, llega a su culmen”. Ella es la hija predilecta de Dios Padre.  Vamos a contemplar en este día ese regalo de Dios a los se

Oración, amistad con Jesús

Novena de la Inmaculada , tercer día. Comienza el Tiempo de Adviento en este tercer día de la Novena en honor de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Las normas litúrgicas enseñan que este tiempo tiene carácter doble: es la preparación para conmemorar el nacimiento de Jesús, que en el “Hoy” de la liturgia se revive de modo sacramental en cada celebración. Pero también es el tiempo que lleva a meditar en la esperanza de la segunda venida de Cristo, al final de los tiempos, que hemos considerado durante la última semana del año litúrgico que acaba de terminar. Por estas dos razones, el tiempo de Adviento es conocido como “el tiempo de la piadosa expectativa”. Esperar a Jesús: Ven Señor, no tardes. Ven a nuestras almas, no tardes tanto, Jesús, ven, ven. Ábranse los cielos y llueva de lo alto bienhechor rocío como riego santo… Son distintas maneras de pedir lo mismo a Dios: que cada día crezca más nuestra intimidad con Él, que sea eterna nuestra amistad con Jesús, como le h

Reina de los Apóstoles

Novena de la Inmaculada (primer día) . 30-XI, San Andrés Comenzamos la Novena en honor de la Inmaculada Concepción de la Virgen María , nueve días en los que estaremos tratando de meter a la Virgen en todo y para todo. San Josemaría invitaba a que, durante estos días, todos los fieles del Opus Dei vivieran individualmente esta costumbre, poniendo mayor diligencia en la oración, en el cumplimiento de los deberes profesionales y en las pequeñas mortificaciones voluntarias, haciendo todo con amor filial a la Santísima Virgen , Madre de Dios y de la Iglesia , y Madre nuestra; y si voluntariamente lo deseaban, recitando además la fórmula u oración que cada uno eligiera.   Añadía que esta novena, personal, es distinta de la que puede organizarse en obras corporativas o en otras iniciativas de apostolado, en Centros donde se realiza labor externa –como haremos estos días-, o en iglesias: ningún miembro de la Obra tiene obligación de asistir a una de esas novenas pú

Oración humilde. El fariseo y el publicano

Después de hablar de la necesidad de orar con insistencia en la parábola del juez injusto, Lucas (18,9-14) continúa enseñándonos otras características de la oración. Lo hace con la parábola del fariseo y el publicano:  Dijo también esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos teniéndose por justos y despreciaban a los demás: —Dos hombres subieron al Templo a orar: uno era fariseo y el otro publicano.  El fariseo, quedándose de pie, oraba para sus adentros: «Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana, pago el diezmo de todo lo que poseo». Pero el publicano, quedándose lejos, ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: «Oh Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador». Os digo que éste bajó justificado a su casa, y aquél no. Porque todo el que se ensalza será humillado, y todo el que se humilla será ensalzado. Gnilka explica de est

Gratitud

Tenía un amigo en la carrera que era conocido no solo por ser un buen jugador de fútbol y estudiante de Medicina –hoy es uno de los mejores pediatras de su ciudad- sino, sobre todo, por su nobleza. Una de las manifestaciones de esa actitud era que siempre te daba las gracias por todo. Yo, que no me caracterizaba por esas virtudes, un día intenté hacerle una broma con ese tema, preguntándole por qué razón le gustaba tanto dar las gracias a toda hora. Me respondió que se lo habían aconsejado en un curso de relaciones humanas: agradecer mucho, en todas partes, por los pequeños o grandes favores que se reciben a lo largo del día. Para continuar la broma, a partir de entonces, cada vez que me agradecía, yo le daba las gracias por darme las gracias… Bromas aparte, está claro que la virtud de la gratitud es alabada en la Sagrada Escritura con frecuencia. Por ejemplo, en el segundo libro de los Reyes (5, 14-17) se presenta como meritorio el agradecimiento de Naamán, un rey extranjer

Vida de fe

Me decía un alumno al comenzar el curso de Introducción al cristianismo que él no tenía fe, porque había estudiado dos semestres de biología. Algunos compañeros se rieron, pues en la clase anterior habíamos visto cómo no había incompatibilidad entre la ciencia y la fe, y habíamos visto casos como el del Beato Stenon, científico y sacerdote que descubrió los conductos que llevan su nombre en la glándula parótida. Sin embargo, la historia de este muchacho no es un caso aislado. Responde a un estereotipo según el cual la fe es para pobrecitos mentales que no tienen otra explicación para el mundo distinta a la sobrenatural. La ciencia sería un estado mayor de edad que solo alcanzan quienes logran superar el estado inferior. Como esta meditación se dirige a creyentes, no me detendré a explicar la falacia de ese argumento, pero sí podemos pensar hasta qué punto estamos convencidos de las palabras que transmite el profeta Habacuc: “el justo vivirá por su fe". En el capítulo 17 del Ev

2 de octubre, aniversario de la Fundación del Opus Dei

(2 de octubre de 1931) Día de los Santos Ángeles, vísperas de Santa Teresita: Hoy hace tres años (recibí la iluminación sobre toda la Obra , mientras leía aquellos papeles. Conmovido me arrodillé ‑estaba solo en mi cuarto, entre plática y plática‑ di gracias al Señor, y recuerdo con emoción el to­car de las campanas de la parroquia de Ntra. Sra. de los Ángeles) que, en el Convento de los Paúles, re­copilé con alguna unidad las notas sueltas, que hasta entonces venía tomando; desde aquel día el borrico sarnoso se dio cuenta de la hermosa y pesada carga que el Señor, en su bondad inexplicable, ha­bía puesto sobre sus espaldas. Ese día el Señor fundó su Obra: desde entonces comencé a tratar almas de seglares, estudiantes o no, pero jóvenes. Y a formar grupos. Y a rezar y a hacer rezar. Y a sufrir… ¡siempre sin una vacilación, aunque ¡yo no quería! ( Anotación del Fundador del Opus Dei en sus Apuntes íntimos, n. 306 (2‑X‑1931)] Solo un pequeño comentario, sobre la respuesta a la vocació