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Mostrando las entradas con la etiqueta servicio

Autoridad, servicio y fraternidad

En la recta final de su Evangelio, Mateo (23, 1-12) presenta a Jesús en el Templo discutiendo con las autoridades religiosas, como hemos visto antes. La parte final es muy severa: Como gusta advertir a Benedicto XVI, Jesús se sienta en la cátedra de Moisés y no recrimina el poder que ejercen los escribas y fariseos, sino el mal ejemplo de los que debían ser modelos:   —En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced y cumplid todo cuanto os digan; pero no obréis como ellos, pues dicen pero no hacen . Atan cargas pesadas e insoportables y las echan sobre los hombros de los demás, pero ellos ni con uno de sus dedos quieren moverlas. Hacen todas sus obras para que les vean los hombres. Ensanchan sus filacterias y alargan sus franjas. Anhelan los primeros puestos en los banquetes, los primeros asientos en las sinagogas y que les saluden en las plazas, y que la gente les llame rabbí. Decir y hacer. Autenticidad, unidad de vida: “ Cœpit facere et d

El rico epulón y el pobre Lázaro

Después de la parábola del administrador infiel , San Lucas continúa con las enseñanzas de Jesús sobre el sentido y el peligro de las riquezas. Al final del capítulo 16 presenta la parábola del rico epulón y del pobre Lázaro. “Epulón” no es nombre propio, sino adjetivo: “hombre que come y se regala mucho”, lo define el diccionario de la RAE. En efecto, este personaje “vestía de púrpura y lino finísimo, y todos los días celebraba espléndidos banquetes”. No es que fuera malo. El Señor no recrimina algún acto concreto suyo, sino todo lo contrario: la omisión . Tenía ciego el corazón para ver las necesidades ajenas. Solo pensaba en sí mismo. En los demás solo veía qué tanto facilitaban o entorpecían sus proyectos. De hecho, no reparaba en “un pobre llamado Lázaro yacía sentado a su puerta, cubierto de llagas, deseando saciarse de lo que caía de la mesa del rico. Y hasta los perros venían a lamerle las llagas”. La imagen que nos presenta el Señor es lamentable: se trata

Reinar sirviendo

Al final del año litúrgico, la Iglesia celebra la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo. Se quiere remarcar que Jesús reina, aunque hoy no parezca tan claro. Los poderosos de la sociedad quisieran desterrarlo de la educación, de la familia, de la política, de la información. A veces, parece que fueran a lograrlo pronto. De hecho, hay zonas del mundo donde ese dominio parece incontrovertible. ¿Hasta dónde llegará esa tendencia? ¿Será posible acabar con ese reinado que parece atentar contra ciertas estabilidades? ¿O, como en el caso de Herodes, los perseguidos son inocentes cuyo testimonio será fortaleza para un renacer postrero? La Sagrada Escritura presenta, en diversas ocasiones, la verdad de ese reinado universal: el profeta Daniel anuncia (7,13-14): “Yo, Daniel, en una visión nocturna, vi venir sobre las nubes del cielo alguien semejante a un hijo de hombre; avanzó hacia el anciano y fue introducido ante su presencia. Entonces recibió poder, gloria y reino. Y todos los puebl