Ir al contenido principal

Entradas

¡No tengáis miedo!

El estudio de las emociones está de moda en el ámbito académico. Por ejemplo, en los últimos años se ha visto como un factor clave cuando los ciudadanos deciden por quién votar en las elecciones. También se ha señalado su importancia en la comunicación pública, como en las campañas ciudadanas para la prevención de la Covid-19. Una de esas emociones es el miedo, que la mayoría de las veces retrae o, lo que es peor, paraliza a las personas. Sin embargo, a veces también impele a actuar, casi irracionalmente, quizá por el instinto de supervivencia. El miedo emerge ante estímulos que nos incomodan, en ocasiones por traumas de la infancia o por temores más o menos infundados. No sé cuál será el tuyo, pero hay gente que les tiene pavor a las cucarachas, a las ratas, a las serpientes, etc. El temor también puede brotar ante los fenómenos naturales como la lluvia, la oscuridad, etc. Pero también surge ante ciertas personas: por lo que nos han hecho en el pasado o debido al poder que pueden te

Dios, Uno y Trino, es amor

El retorno al tiempo ordinario después de la Pascua está marcado por unas fiestas que conmemoran los misterios centrales de nuestra fe, como si la Iglesia quisiera prolongar la alegría de las celebraciones por la resurrección de Jesucristo y el envío del Espíritu Santo. El domingo siguiente a Pentecostés se ensalza a la Santísima Trinidad, un misterio revelado gradualmente a lo largo de la historia de la humanidad. D esde el origen del ser humano hay manifestaciones de la vida religiosa por medio del arte rupestre, de las primeras esculturas y de la arquitectura iniciales. Esas muestras culturales indican que el hombre se encuentra a la búsqueda de Dios desde cuando conocemos las pruebas de su racionalidad. Es lo que se llama “el hecho religioso”. Lo mejor del caso es que el ser humano no se encuentra solo en esa búsqueda, pues al mismo tiempo Dios también sale a su encuentro. Por la revelación conocemos el relato de la creación del cosmos y de los primeros padres, el establecimien

María y el Espíritu Santo

          La liturgia pascual ayuda a los fieles a prepararse para Pentecostés, con la lectura continua del Evangelio de san Juan en las Misas durante la semana después de la Ascensión. También hay otras costumbres que encienden el alma para celebrar esa solemnidad con mayor provecho, como el Decenario que comienza el jueves de la semana anterior. Además, casi siempre esta solemnidad se celebra en el mes de mayo, con lo cual se nos abre un atajo para llegar al corazón mismo de la Trinidad: la devoción a la Virgen santa, que es Hija, Madre y Esposa de Dios. En esta meditación intentaremos recorrer ese sendero, pidiéndole a nuestra Madre que la contemplación de su trato con el Espíritu Santo nos ayude a convertirnos para que seamos menos indignos de ser sus anfitriones. San Lucas comienza su relato con la Anunciación del Ángel a María, que le transmitió el mensaje divino: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». En edad palabras quedaba dicho todo, aunque no se nota a prim

Jesús asciende a los cielos: ¿nos deja solos?

Cuarenta días después de la Resurrección de Jesucristo se celebra su exaltación gloriosa por medio de la Ascensión a los cielos. ¿Por qué cuarenta días después? Las cifras en la Escritura no son mera casualidad: recordemos que cuarenta fueron los años que el pueblo de Israel peregrinó por el desierto, y que cuarenta fueron los días que duró la cuaresma de Jesús antes de iniciar su vida pública. San Lucas es el mejor narrador de esta escena. En los Hechos de los Apóstoles la describe así (1,9-11): A la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Cuando miraban fijos al cielo, mientras él se iba marchando, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo»”. Llama la atención que, mientras Mateo y Juan no narran la Ascensión (queda implícita en sus disc

Camino, Verdad y Vida

En el quinto domingo de pascua la liturgia invita a seguir considerando el Evangelio de san Juan; en este caso, el discurso de despedida de Jesús en el Cenáculo antes de la última cena. Este sermón está estructurado en dos partes: la primera, que abarca los versículos 1-4, en la que el Señor anuncia a los apóstoles que se irá a prepararles una morada en la casa del Padre y la segunda, los versículos 5-12, en la que Él mismo se define como el camino, la verdad y la vida. Preparar la morada, en primer lugar. No olvidemos el contexto en el que Jesús pronuncia estas palabras: acaba de anunciar la traición de Pedro y, quizá ante la reacción de desconcierto que notó en sus discípulos, añadió: “No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí”. El Señor recuerda la necesidad de la fe para evitar la turbación, la confusión y el desorden. Tal vez pensando en tranquilizarlos ante lo que ellos ven venir, el Maestro les anuncia lo que pasará más adelante: “En la casa de mi Pad

Lanzamientos de mi libro "Milagros. Los signos del Mesías".

Este sábado 25 de abril a las 9 am con Juan Camilo Díaz ( @jcdiazbohorquez ) en la Feria Virtual del Libro Académico ( @FVLA_COL) y el sábado 2 de mayo a las 7 pm con Felipe Arias ( @FelipeArias71 ) en #SerendipiaFestival .

Santa María, Madre de Dios

La Iglesia dedica el primer día del año a conmemorar la solemnidad de la maternidad divina de Santa María. Como dice el Catecismo: “Dios envió a su Hijo, pero para ‘formarle un cuerpo’ quiso la libre cooperación de una criatura. Por eso desde toda la eternidad, escogió, para ser Madre de su Hijo, a una hija de Israel, una joven judía de Nazaret” (n. 488). En el Nuevo Testamento se habla desde el comienzo de la Virgen María como Madre de Jesús, y de Jesús como Hijo de Dios. Por un silogismo lógico, María entonces es la Madre de Dios. Uno de los primeros textos sagrados que menciona el tema lo hace de modo contundente, y por eso es la segunda lectura de la Misa (Ga 4, 4): cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer.   Más adelante, desde el siglo II, para reafirmar contra los gnósticos y los docetas que Jesús era verdadero hombre, los Padres de la Iglesia (Ignacio, Justino, Ireneo, Tertuliano) insistieron en la maternidad de santa María. A finales d