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Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra.

El nacimiento de Jesucristo es, como su resurrección, una solemnidad que la Iglesia festeja con todo boato. Una de las manifestaciones de la grandeza de la celebración es que no se limita a un día, sino a toda la semana. Otra muestra de la importancia es cómo concluye esa Octava: en Pascua, con el domingo de la Divina Misericordia; en Navidad, con la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. La maternidad divina de María es, según los teólogos, “el tema central de toda la mariología”; y se debe entender en sentido propio, es decir: “en cuanto madre de un Hijo que, desde el primer momento de su concepción, es ya Dios” (Cf. Ponce). Los Padres de la Iglesia enseñan que esa maternidad es verdadera, virginal y divina . Resaltando esta verdad, la Iglesia primitiva defendía la humanidad de Jesús contra los gnósticos y sus seguidores los docetas, según los cuales Dios no se había encarnado: o porque Jesús no era Dios, o porque no era hijo de María. Por esa razón, el concilio de Nicea (3

Navidad: humildad y paz

En la noche de Navidad, la liturgia invita a contemplar el capítulo segundo del evangelio de san Lucas: en la noche la primera mitad, y el resto en la Misa de la aurora. El esquema que sigue el evangelista comienza narrando la convocatoria del censo, al que debían desplazarse san José y la Virgen, por ser descendientes de David: Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio. Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. La Providencia divina se sirvió de la autoridad imperial para que se cumplieran las profecías. Y puso a la Sagrada Familia en el ambiente redentor del sufrimiento: ¡cuánto padecería José, al no poder ofrecerle a su Esposa los medios adecuados para un alumbramiento digno! ¡Y cuánto sufriría la Virgen, con nueve meses de embarazo, un camino de varios días a lomo de mula! En su oración le ofrecerían a Dios las incomodidades, físicas y morales, del desplazamiento -también la hu

Cristo Rey

El último domingo del tiempo ordinario la Iglesia celebra la solemnidad de Cristo Rey. La Liturgia de las Horas resume el sentido de la fiesta: se dirige a Jesucristo, como hacemos nosotros al comienzo de nuestra oración, diciéndole: “somete a los espíritus rebeldes [el primero de los cuales somos nosotros mismos], y haz que encuentren el rumbo los perdidos y que se congreguen en un solo aprisco. Para eso pendes de una cruz sangrienta, y abres en ella tus divinos brazos; para eso muestras en tu pecho herido tu ardiente corazón atravesado”. Ahí tenemos la síntesis del significado de esta celebración, el objetivo: la cruz, el pecho herido con el corazón atravesado. Vemos la estrecha relación de esta fiesta con la devoción al Sagrado Corazón, que es el origen de la última solemnidad del año litúrgico. Y uno se puede preguntar: ¿por qué celebrar el reinado de Cristo? De hecho, hay contradictores que rechazan -con toda razón- la idea de Cristo Rey al modo de algunos reyes terrenales.

Novedad editorial, de próxima aparición

Puede reservar su ejemplar en la Dirección de Publicaciones de la Universidad de La Sabana:  https://publicaciones.unisabana.edu.co/nosotros/

Las vírgenes prudentes

El quinto y último discurso de Jesús, que recoge el Evangelio de san Mateo, se caracteriza por su tono escatológico y por ser un llamado que el Señor hace, a través de parábolas, para que sus discípulos cuiden la vigilancia. Una de ellas es el pasaje de las vírgenes necias (Mt 25,1-13) : Entonces se parecerá el reino de los cielos a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo. En la tradición oriental, las bodas incluían la espera del Esposo, que hacía la novia acompañada de sus mejores amigas y de sus parientes. Cuando él llegaba, la trasladaba al nuevo hogar, terminada la fiesta de bodas. El Señor cuenta una parábola en la que aparecen dos tipos de acompañantes: Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes. En el relato alaba la prudencia de las cinco primeras, por su previsión. Podemos aprovechar esta meditación para hablar con el Señor de esta virtud fundamental, cardinal (del latín cardo : quicio, gozne), que —junto con la justicia, la forta

Tres retos para los jóvenes de hoy

En la Jornada Mundial de la Juventud en Polonia, el papa Francisco afirmó que «no hay nada más hermoso que contemplar las ganas, la entrega, la pasión y la energía con que muchos jóvenes viven la vida. Esto es hermoso, y, —se preguntó también—: ¿de dónde viene esta belleza?» Para responder a ese interrogante sobre el origen de la belleza juvenil podemos acudir a las historias de tres personas, protagonistas de sendos relatos legendarios: el primero, un avaro, preocupado por ganar el tesoro definitivo; el segundo, un comisionista rechazado y temeroso; y el tercero, un «vida buena» venido a menos. Son figuras de personas que vemos con mucha frecuencia a nuestro alrededor. El primero era un personaje notorio: piadoso, recatado, casto, obediente, ordenado, buena pinta y alegre. Tenía mucho dinero, porque controlaba sus egresos, no gastaba mal ni una moneda, era austero y exigente con sus empleados, a los que les pagaba lo mínimo. Las opiniones sobre él eran divididas: para algun

San Josemaría y el Año de la misericordia

Celebramos la fiesta de San Josemaría, y recordamos que, en la ceremonia de su canonización, el papa san Juan Pablo II lo nombró «el santo de lo ordinario»: el motivo es que el Fundador del Opus Dei «estaba convencido de que, para quien vive en una perspectiva de fe, todo ofrece ocasión de un encuentro con Dios, todo se convierte en estímulo para la oración. La vida diaria, vista así, revela una grandeza insospechada. La santidad está realmente al alcance de todos» (Discurso, 7-X-2002). Uno de los puntos en los que insistía san Josemaría es la importancia que tiene para un católico la unión con el Santo Padre, hasta acuñó una frase que resume el itinerario de su misión apostólica: «Todos, con Pedro, a Jesús por María» (C,833). Siguiendo su ejemplo de amor al Romano Pontífice, aprovechemos esta Eucaristía para renovar nuestra unión a sus intenciones. En concreto, al año jubilar de la misericordia, que estamos viviendo desde diciembre del año pasado hasta el próximo 20 de noviembr