Ir al contenido principal

Entradas

Las vírgenes prudentes

El quinto y último discurso de Jesús, que recoge el Evangelio de san Mateo, se caracteriza por su tono escatológico y por ser un llamado que el Señor hace, a través de parábolas, para que sus discípulos cuiden la vigilancia. Una de ellas es el pasaje de las vírgenes necias (Mt 25,1-13) : Entonces se parecerá el reino de los cielos a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo. En la tradición oriental, las bodas incluían la espera del Esposo, que hacía la novia acompañada de sus mejores amigas y de sus parientes. Cuando él llegaba, la trasladaba al nuevo hogar, terminada la fiesta de bodas. El Señor cuenta una parábola en la que aparecen dos tipos de acompañantes: Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes. En el relato alaba la prudencia de las cinco primeras, por su previsión. Podemos aprovechar esta meditación para hablar con el Señor de esta virtud fundamental, cardinal (del latín cardo : quicio, gozne), que —junto con la justicia, la forta

Tres retos para los jóvenes de hoy

En la Jornada Mundial de la Juventud en Polonia, el papa Francisco afirmó que «no hay nada más hermoso que contemplar las ganas, la entrega, la pasión y la energía con que muchos jóvenes viven la vida. Esto es hermoso, y, —se preguntó también—: ¿de dónde viene esta belleza?» Para responder a ese interrogante sobre el origen de la belleza juvenil podemos acudir a las historias de tres personas, protagonistas de sendos relatos legendarios: el primero, un avaro, preocupado por ganar el tesoro definitivo; el segundo, un comisionista rechazado y temeroso; y el tercero, un «vida buena» venido a menos. Son figuras de personas que vemos con mucha frecuencia a nuestro alrededor. El primero era un personaje notorio: piadoso, recatado, casto, obediente, ordenado, buena pinta y alegre. Tenía mucho dinero, porque controlaba sus egresos, no gastaba mal ni una moneda, era austero y exigente con sus empleados, a los que les pagaba lo mínimo. Las opiniones sobre él eran divididas: para algun

San Josemaría y el Año de la misericordia

Celebramos la fiesta de San Josemaría, y recordamos que, en la ceremonia de su canonización, el papa san Juan Pablo II lo nombró «el santo de lo ordinario»: el motivo es que el Fundador del Opus Dei «estaba convencido de que, para quien vive en una perspectiva de fe, todo ofrece ocasión de un encuentro con Dios, todo se convierte en estímulo para la oración. La vida diaria, vista así, revela una grandeza insospechada. La santidad está realmente al alcance de todos» (Discurso, 7-X-2002). Uno de los puntos en los que insistía san Josemaría es la importancia que tiene para un católico la unión con el Santo Padre, hasta acuñó una frase que resume el itinerario de su misión apostólica: «Todos, con Pedro, a Jesús por María» (C,833). Siguiendo su ejemplo de amor al Romano Pontífice, aprovechemos esta Eucaristía para renovar nuestra unión a sus intenciones. En concreto, al año jubilar de la misericordia, que estamos viviendo desde diciembre del año pasado hasta el próximo 20 de noviembr

Sagrado Corazón de Jesús

La solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús  aparece  e ntre las grandes fiestas que la liturgia prevé para recomenzar el tiempo ordinario después de la Pascua, además de la Santísima Trinidad y el Corpus Christi . Durante la semana dedicada a la adoración de la Hostia Santa, el viernes, día en que  murió  Cristo, se contempla el amor misericordioso del Corazón de Jesús y se le desagravia por las ofensas contra el Santísimo Sacramento. Vemos entonces que se trata de una fiesta muy especial: hay naciones consagradas a Él, muchas familias tienen una imagen suya presidiendo los hogares y las fincas, etc. Se entiende que sea una devoción tan arraigada en los pueblos cristianos, pues se remonta a la consideración de la Humanidad santísima de Jesucristo, de ese corazón que nos amó tanto, hasta el extremo de hacerse hombre para redimirnos de nuestros pecados. La celebración litúrgica del Sagrado Corazón de Jesús se remonta al siglo XVII, cuando el Señor se le apareció a santa Margarit

Corpus Christi, Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo

Después de la solemnidad de Pentecostés, con la que termina el tiempo de la pascua, la liturgia continúa celebrando los grandes misterios de la fe cristiana, como si quisiera alargar el gozo de la Pascua: por tanto, hemos celebrado la Santísima Trinidad, el sacerdocio sumo y eterno de Jesucristo, y la presencia del Señor, con su cuerpo y con su sangre, con su alma y su divinidad, en las especies sacramentales del pan y del vino (el Corpus Christi ). Un día para aumentar nuestra fe en la presencia de Jesús en el sagrario, para hacer muchos actos de amor, de esperanza y de fe. Nos puede servir, para nuestro diálogo con el Señor, meditar las alabanzas que la liturgia le dispensa, como intentaremos en este rato de oración. Un himno del Breviario ensalza esta conmemoración diciendo: «Se dio a los suyos bajo dos especies, en su carne y su sangre sacratísimas, a fin de alimentar en cuerpo y alma a cuantos hombres en este mundo habitan». Y continúa, glosando sus efectos en el alma del cr

Sacerdocio, Eucaristía, Caridad

La Santa Misa en la Cena del Señor comienza con la antífona de entrada (Ga 6,14): Nosotros hemos de gloriarnos en la cruz de nuestro señor Jesucristo. Con esa cita nos ponemos en la órbita en la que hemos de girar durante los días Santos, ya que conmemoramos los máximos misterios de nuestra redención.  La liturgia añade al texto sagrado que « en Él — en Cristo — está nuestra salvación, nuestra vida y nuestra resurrección » . Celebramos que la misericordia divina « nos ha salvado y nos ha liberado ». P or eso se entona el Gloria con todo boato, después de cuarenta días sin hacerlo, para alabar, bendecir, glorificar y agradecer a la Trinidad Beatísima con el mismo canto de júbilo que los Ángeles entonaron la noche del nacimiento de Jesús. Esas campanas, que tañeron festivas, callarán hasta la vigilia Pascual. En la oración colecta nos dirigimos al Señor diciéndole que nos congregamos « para celebrar esta sacratísima Cena, en la cual tu Unigénito, cuando iba a entregarse a la m