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Entradas

La puerta angosta

Y recorría ciudades y aldeas enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. San Lucas presenta de nuevo a Jesús, camino de su muerte, del cumplimiento de su vocación en la ciudad santa. Pero el Señor no se dedica a lamentarse por ese destino aciago, que humanamente le cuesta. Al contrario, aprovecha los recorridos para enseñar. Piensa en los demás. Se da a nosotros cada día. Entrega su doctrina, se dona a sí mismo. Y uno le dijo: —Señor, ¿son pocos los que se salvan? Una pregunta formulada en todas las épocas, para la que ha habido cantidad de respuestas: rigoristas unas, laxas otras. Es el interrogante ecuménico por excelencia: ¿son pocos los que se salvan? Es una pregunta numérica: ¿cuántos se salvan? Lleva de la mano otra: ¿quiénes? Y, con más perspicacia podemos suponer que, de fondo, estaba la siguiente: ¿nosotros ― nuestra raza, nuestra religión― estamos en ese grupo? Él les contestó: —Esforzaos para entrar por la puerta angosta, porque muchos, os digo, intentarán entrar y

Fuego he venido a traer a la tierra

Hace poco me contaba un amigo la decepción que había experimentado al retorno de un largo viaje lejos de su país: en muchos meses, después de su regreso, no había podido encontrarse con sus colegas de universidad, ni con los compañeros de infancia, ¡ni siquiera con varios parientes cercanos, coetáneos! Con razón, no los culpaba: el tráfago de la existencia cotidiana impide a muchas personas cultivar amistades con las que se vivió momentos gratos, manifestar el agradecimiento, o simplemente expresar el cariño. Así, mucha gente se mueve en un pequeño círculo, y terminamos en una enfermedad que la filosofía contemporánea ha denominado el «atomismo social», que es una de las causas del «enfriamiento global» de las relaciones interpersonales. Veíamos, en la misma conversación, cómo el cristiano está vacunado contra esa patología, pues por naturaleza debe estar pendiente de los demás, trata de compartir con las personas que quiere lo mejor que posee: el amor de Jesucristo. De hecho, aye

Asunción de María a los cielos

Como Aurora rebosante de luz, Te encumbras en lo alto del Cielo, Sol resplandeciente y bellísima Luna, oh María. Hoy asciende al Trono de la gloria, la Reina del mundo, por gracia de su Hijo, que existe antes del lucero.  Celebramos hoy la fiesta de la Asunción de nuestra Señora. Benedicto XVI decía que esta Solemnidad nos impulsa a elevar la mirada hacia el cielo. No un cielo hecho de ideas abstractas, ni tampoco un cielo imaginario creado por el arte, sino el cielo de la verdadera realidad, que es Dios mismo: Dios es el cielo. Y Él es nuestra meta, la meta y la morada eterna, de la que provenimos y a la que tendemos (...). Es una ocasión para ascender con María a las alturas del espíritu, donde se respira el aire puro de la vida sobrenatural y se contempla la belleza más auténtica, la de la santidad .  En la oración colecta de esta Solemnidad se resumen nuestros sentimientos de este día: « Dios todopoderoso y eterno, que hiciste subir al cielo en cuerpo y alma a la inmacul

El rico insensato

Después de la ampliación de las enseñanzas de Jesús, que incluye la parábola del buen samaritano, Lucas ofrece una serie de predicaciones del Señor con énfasis escatológico: invita a estar atentos y a poner los ojos en el Reino futuro. Por eso, acude a la parábola del rico insensato para enseñar la importancia de la pobreza cristiana (Lc 12,13-21). Uno de entre la multitud le dijo: —Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo. Pero él le respondió: —Hombre, ¿quién me ha constituido juez o encargado de repartir entre vosotros? Este pasaje es exclusivo de Lucas, como la parábola del hijo pródigo y el padre misericordioso. Hay quien siente en esta conversación los ecos del problema entre los dos hermanos de la otra parábola. Aparentemente, se trata de una pregunta inoportuna… El Señor está hablando de la importancia del juicio de Dios, por encima del de los hombres, y aparece un espontáneo que lo quiere de árbitro en un litigio familiar. Pero en realidad se refiere a l

El Padrenuestro, oración de hijos

Camino de Jerusalén, san Lucas aprovecha para enunciar las principales enseñanzas de Jesucristo: después de la parábola del buen samaritano y de la acogida del Señor por parte de Marta y de María, presenta al Maestro en una actitud que a los discípulos les impresionaba especialmente (11,1): Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar… El Señor les da ejemplo de diálogo con el Padre. Toda la Sagrada Escritura es cátedra de oración: en el Antiguo Testamento aparece desde las primeras páginas, en el dramático diálogo del Señor con Adán y Eva, antes y después del pecado original. Pero, como dice el Catecismo, «la oración se revela sobre todo a partir de nuestro padre Abraham» (n.2569). Un ejemplo de la oración de este patriarca aparece en el capítulo 18 del Génesis (vv.20-32). Antes había acogido a Dios en Mambré, y había recibido la promesa de la concepción de su hijo Isaac. Ahora el Señor le anuncia el castigo para las ciudades pecadoras de Sodoma y Gomorra. Y Abraham