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El Pan de vida

Después de la multiplicación de los cinco panes y los dos peces, Jesús se dirige a Cafarnaún huyendo de la multitud, que estaba dispuesta a hacerlo rey temporal de sus aspiraciones políticas. Cuando la multitud vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún buscando a Jesús.   Y al encontrarle en la otra orilla del mar, le preguntaron: —Maestro, ¿cuándo has llegado aquí?   Jesús les respondió: —En verdad, en verdad os digo que vosotros me buscáis no por haber visto los signos, sino porque habéis comido los panes y os habéis saciado.   Obrad no por el alimento que se consume sino por el que perdura hasta la vida eterna, el que os dará el Hijo del Hombre, pues a éste lo confirmó Dios Padre con su sello. Estamos en la sinagoga de Cafarnaún, como explicará Juan al final de este discurso (v.59). El Señor confronta las aspiraciones materiales de aquella muchedumbre y les invita a levantar la mirada, a darse cuenta de las maravillas qu

El descanso cristiano

Después de la misión apostólica, Marcos relata el regreso de los discípulos que le cuentan a Jesús todas las peripecias de sus correrías apostólicas: Reunidos los apóstoles con Jesús, le explicaron todo lo que habían hecho y enseñado. Le narran los milagros, las curaciones, los exorcismos; pero también la doctrina que estuvieron predicando, lo que habían aprendido a su lado. Y les dice: —Venid vosotros solos a un lugar apartado, y descansad un poco. Llama la atención esta actitud paternal del Señor, su preocupación por los detalles más pequeños, su cuidado por aquel grupo de discípulos, que conforman su nueva familia, en la que Él atiende incluso lo más material, como el descanso. Tenemos que aprender del Señor a cuidar de esos tiempos de pausa en el trabajo, tan necesarios para recuperar las fuerzas físicas pero también para no dejarnos apabullar por la barahúnda del movimiento social en el que nos movemos. Descansar es parte importante de la santificación de la vida co

Nadie es profeta en su tierra

Después de la manifestación de fe de Jairo y de la hemorroísa, san Marcos (6,1-6) pone como en un díptico el cuadro con la reacción de los paisanos de Jesús: Saliendo de allí se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga. Después de una serie de signos que confirmaron a sus discípulos en la fe (¿Por qué tenéis miedo? , ¿Aún no tenéis fe?, había recriminado en el episodio de la tempestad calmada; Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad, fue el reconocimiento para la hemorroísa ; No temas; basta que tengas fe, las palabras de ánimo para Jairo), san Marcos ambienta la expectativa por la reacción que tendrían los parientes y vecinos de Jesús cuando regresa a su tierra natal, a su « patria » . Entre los asistentes al culto estarían los vecinos de toda la vida, de los que se había despedido un par de años atrás, al marcharse a iniciar su vida pública en Cafarnaúm. Estarían los parientes, lo

Resurrección de la hija de Jairo y curación de la hemorroísa

Después del exorcismo al endemoniado de Gerasa, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar (Mc 5,21). El Señor regresa de la zona oriental del lago, de donde había sido rechazado porque había echado a perder una numerosa piara. Para aquellas personas, fue más fuerte el dolor por la desaparición de unos cerdos que la alegría por la salud del joven coterráneo. Nosotros nos situamos junto a los doce apóstoles y la gran muchedumbre, ansiosos de escuchar las enseñanzas del Maestro. Sin embargo, una escena inesperada interrumpe la predicación: un hombre importante, miembro del consejo de ancianos de la sinagoga local, logra hacerse paso entre la multitud y acercarse a Jesucristo. Cuando llega a su presencia, hace un gesto de humildad: Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella,

La Visitación

El mes de mayo concluye con la fiesta de la Visitación de María a su prima Santa Isabel: Por aquellos días, María se levantó y marchó deprisa a la montaña, a una ciudad de Judá; y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel  ( Lc   1,39-56) .   El evangelista narra brevemente, casi quitando importancia, el desplazamiento de María. Se ahorra contar que es un viaje de unos tres días a lomo de mula, en los comienzos de un embarazo, con las incomodidades que conlleva (mareos, náuseas, etc.). A pesar del relato parco –detrás del cual puede estar la humildad de María- hay un detalle que muestra la ejemplaridad de nuestra Madre: marchó deprisa. Recordamos que en la Anunciación el Ángel había dejado caer, como de pasada, el detalle del embarazo de la anciana prima: Y ahí tienes a Isabel, tu pariente, que en su ancianidad ha concebido también un hijo, y la que llamaban estéril está ya en el sexto mes, porque para Dios no hay nada imposible. La Virgen podía tomarlo como una señal d

El grano de trigo

Entramos en la recta final de la cuaresma. En una semana, conmemoraremos el Domingo de Ramos. Por lo tanto, la liturgia nos invita a considerar durante estos días el Evangelio de San Juan, porque el evangelista presenta más una consideración teológica que un simple recuento de las últimas jornadas de Jesús. En el capítulo 12, Juan nos muestra a Jesús que ha subido a Jerusalén para celebrar la que sería su última Pascua en la tierra. Acaba de pasar la entrada triunfal en la ciudad santa y, “ entre los que subieron a adorar a Dios en la fiesta había algunos griegos. Así que éstos se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y comenzaron a rogarle: —Señor, queremos ver a Jesús. Vino Felipe y se lo dijo a Andrés, y Andrés y Felipe fueron y se lo dijeron a Jesús”. Parece un relato prescindible y, sin embargo, tiene un significado importante: la misión universal de Jesús. Justo cuando las autoridades del pueblo elegido lo rechazarán como su Mesías, unos extranjeros se inter

Miércoles de ceniza

Comenzamos hoy una nueva cuaresma. El concilio resume en qué consiste este tiempo litúrgico: “el tiempo cuaresmal prepara a los fieles, entregados más intensamente a oír la palabra de Dios y a la oración, para que celebran el misterio pascual, sobre todo mediante el recuerdo o la preparación del bautismo y mediante la penitencia” (SC 109). Este es el marco preciso: preparar la Pascua, la celebración de Cristo resucitado, con cuarenta días de escucha de la Palabra, oración, penitencia y recuerdo de nuestro bautismo. El Evangelio nos presenta a Jesús en el Sermón del monte, el primero de los cinco grandes discursos con los que Mateo estructura su narración. Después de predicar las bienaventuranzas, el Señor expone en qué consiste la verdadera justicia y cómo hay que comportarse ante la Ley, ante Dios y en relación con el prójimo: “ Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres con el fin de que os vean; de otro modo no tendréis recompensa de vuestro Padre que está