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Entradas

El ciego de Jericó

Continúa Jesús subiendo a Jerusalén con decisión, después de haber enseñado a sus discípulos el lema de su vida: el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en redención de muchos.  Después de cruzar Jericó, la comitiva escucha gritos de un limosnero ciego: ¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí! El ambiente no está para más diálogos, pensarán algunos, después del regaño que sufrieron del Señor en la escena anterior. Quizá por eso, reprenden al mendigo para que calle y no incomode al Maestro, que bastante apesadumbrado está como para cargar las peticiones inoportunas… Pero él gritaba mucho más . Los apóstoles no logran disimular el ruido, que el Maestro no se entere, hasta que él se paró y dijo: -Llamadle. También nosotros acompañamos al Señor, como los discípulos. Y también a veces queremos responder por Él. Pero no lo hacemos con su misericordia, sino con nuestra tosquedad. Señor: queremos seguir más cerca de ti, para aprender de tu ej

Servicio

En el capítulo décimo de San Marcos, el Señor sube a Jerusalén con sus discípulos. Ya se nota un aire tenso: “Jesús los precedía y ellos estaban sorprendidos: los que le seguían tenían miedo”. Les llama la atención la resolución con que asciende al sitio donde morirá, según ha anunciado dos veces. Por toda respuesta, el relato presenta un tercer anuncio acerca de la inminencia de su muerte y posterior resurrección. Sin embargo, parece que los discípulos no se enteraran. Santiago y Juan se preocupan más por su lugar en la gloria que por su participación e los padecimientos: “Entonces se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, diciéndole: —Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir. Él les dijo: — ¿Qué queréis que os haga? Y ellos le contestaron: —Concédenos sentarnos uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu gloria. Y Jesús les dijo: —No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo bebo, o recibir el bautismo con que yo soy bautizado? —Podemos –l

Identificación con Cristo

Se cumple hoy el 81º aniversario de la fundación del Opus Dei. Día de acción de gracias. A Dios, por haber querido la Obra; a San Josemaría, por haber sido instrumento fidelísimo en las manos de Dios. Damos gracias a Dios por la belleza de la Obra, por su juventud madura: por los países nuevos a los que se ha llegado en este año, por los fieles que han coronado su carrera terrena y gozan de Dios en el Cielo, por las vocaciones que han llegado, por la expansión, por la formación, por la fidelidad de todos. Por los frutos que ha tenido el año paulino en la Obra, por el año sacerdotal. Y pensaba que ese puede ser nuestro tema de diálogo hoy con el Señor: qué nos dice un nuevo aniversario del Opus Dei en medio del año sacerdotal. Habremos oído –y escucharemos muchas veces, sobre todo este año- aquellas palabras de San Josemaría sobre el alma sacerdotal: “Todos, por el Bautismo, hemos sido constituidos sacerdotes de nuestra propia existencia, para ofrecer víctimas espirituales, que

Conversión

Oyin explica el contexto del capítulo seis de San Lucas: se trata del primer discurso de Jesús a sus nuevos discípulos. Antes de elegirlos, el Señor sube a un monte para orar toda la noche. Después, lleno del Espíritu Santo, elige a los doce Apóstoles y les describe en términos simples y elocuentes la forma de vida que se espera de ellos: bienaventurados los pobres, los mansos, los limpios de corazón… Lucas seleccionó con cuidado las enseñanzas del Señor para su primer discurso a los nuevos discípulos. Se trata del corazón del discipulado cristiano, para quienes acaban de estrenarlo. Se llama “el discurso de la llanura”, para distinguirlo del “sermón del monte” de Mateo. Y tiene cuatro partes: introducción (anuncio a los pobres), cuerpo del discurso (odio y condenación) y conclusión. El Evangelio de hoy pertenece a la tercera parte: la benevolencia hacia el prójimo, así como el Señor hace salir el sol sobre malos y buenos. No creerse más santos que los demás: solo Dios juzga.

El trabajo de Jesús

Hace unos meses, le preguntaban al Prelado del Opus Dei en una entrevista: Ustedes invitan a merecer la santidad a través del trabajo. ¿Cuánta gente cree que, hoy en día, no se emplea sólo por ganar un sueldo? Es un interrogante actual, pues en los tiempos de crisis que corren podemos ver el trabajo solo como el medio para obtener el sustento nuestro y de nuestra familia. El capítulo séptimo del Evangelio de Marcos, que la liturgia propone para el XXIII domingo nos ofrece una idea para vislumbrar una respuesta sobre el valor del trabajo y el modo de realizarlo. El segundo evangelio presenta la curación de un sordo al que, además, le costaba hablar bien. La acción transcurre en tierra de gentiles, al otro lado del Jordán: salió de la región de Tiro y vino a través de Sidón hacia el mar de Galilea, cruzando el territorio de la Decápolis. El Señor devuelve la audición y el habla correcta a aquel hombre, lo que genera la admiración general de la multitud: Y se le abrieron los oí

Limpieza de corazón

San Marcos explica, en el capítulo séptimo de su Evangelio, que los fariseos y todos los judíos nunca comen si no se lavan las manos muchas veces, observando la tradición de los mayores; y cuando llegan de la plaza no comen, si no se purifican; y hay otras muchas cosas que guardan por tradición: purificaciones de las copas y de las jarras, de las vasijas de cobre y de los lechos. Y le preguntaban los fariseos y los escribas: —¿Por qué tus discípulos no se comportan conforme a la tradición de los mayores, sino que comen el pan con manos impuras? Se refieren a impureza (koinos) levítica. Más que “todos los judíos”, como dice aquí Marcos para explicar a sus destinatarios gentiles, se trata solo de algunos judíos, en concreto los fariseos, que promovían la extensión a los laicos de las reglas de pureza exigidas a los sacerdotes cuando celebraban el culto judío. Él les respondió: —Bien profetizó Isaías de vosotros, los hipócritas, como está escrito: Este pueblo me honra con los labios

San Pedro y el Papa

Concluimos hoy los cinco domingos que la liturgia dedica al capítulo seis del Evangelio de San Juan. En los versículos 60-69, el evangelista presenta la reacción de los seguidores de Jesús: “Al oír esto, muchos de sus discípulos dijeron: —Es dura esta enseñanza, ¿quién puede escucharla? Jesús, conociendo en su interior que sus discípulos estaban murmurando de esto, les dijo: —¿Esto os escandaliza? Pues, ¿si vierais al Hijo del Hombre subir adonde estaba antes? El espíritu es el que da vida, la carne no sirve de nada: las palabras que os he hablado son espíritu y son vida. Sin embargo, hay algunos de vosotros que no creen. En efecto, Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que le iba a entregar”. Para seguir a Jesús hace falta entenderlo “en espíritu y vida”, no como una simple enseñanza carnal. Es cuestión de fe. Perkins muestra que la división de la que habla el evangelista no se da simplemente entre los espectadores casuales, sino ent

Asunción de la Virgen

Como Aurora rebosante de luz, Te encumbras en lo alto del Cielo, Sol resplandeciente y bellísima Luna, oh María. Hoy asciende al Trono de la gloria, la Reina del mundo, por gracia de su Hijo, que existe antes del lucero. Celebramos hoy la fiesta de la Asunción de nuestra Señora. El año pasado, Benedicto XVI decía que esta Solemnidad “ nos impulsa a elevar la mirada hacia el cielo. No un cielo hecho de ideas abstractas, ni tampoco un cielo imaginario creado por el arte, sino el cielo de la verdadera realidad, que es Dios mismo: Dios es el cielo. Y Él es nuestra meta, la meta y la morada eterna, de la que provenimos y a la que tendemos (...). Es una ocasión para ascender con María a las alturas del espíritu, donde se respira el aire puro de la vida sobrenatural y se contempla la belleza más auténtica, la de la santidad”. En su carta de agosto, el Prelado del Opus Dei invita a hacer examen sobre nuestro espíritu contemplativo: “¿Cómo y con qué asiduidad recurrimos a la Virgen pa