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Navidad: alegría, optimismo, esperanza

La Misa de la vigilia de Navidad comienza pidiendo al Señor que, “así como ahora acogemos a tu Hijo, llenos de júbilo , como a nuestro redentor, así también cuando venga como juez, podamos recibirlo llenos de confianza”. Y uno puede pensar qué sentido tiene hablar de júbilo en un tiempo como el nuestro, lleno de eventos negativos de todo tipo. Alguno puede llegar a preguntarse, quizá, si no tendrán razón los que piensan que la Navidad es un momento de anestesia, medio mítico, sin mayores consecuencias verdaderas. Por el contrario, la liturgia está llena de ecos del anuncio de los ángeles: “ ¡Os anuncio una gran alegría!”. En la primera lectura, el capítulo 62 (1-5) de Isaías presenta una celebración jubilosa de Jerusalén: el Señor se ha complacido en ti . Una voz se eleva intercediendo por la bienamada, que fue abandonada por un tiempo: “tu esposo será tu Creador”, había dicho el capítulo 54. (Pelletier): “ Por amor a Sión no me callaré y por amor a Jerusalén no me daré re

28-XII. Santos inocentes. Vocación

La Iglesia celebra el 28 de diciembre la fiesta de los Santos Inocentes. Más allá de las inocentadas, esta celebración nos puede ayudar a considerar que hemos de reconocernos pecadores y luchar contra el pecado. Parecernos al verdadero inocente, Jesucristo. Y acudir a los medios de santificación que nos lo facilitan: los sacramentos, la dirección espiritual. En la primera lectura, San Juan ( 1 Juan 1, 5-10; 2, 1-2 ) aclara que la sangre de Cristo nos purifica de todo pecado. "Queridos hermanos: Este es el mensaje que le hemos oído a Jesucristo y les anunciamos: Dios es luz y no hay en él oscuridad alguna. Si decimos que estamos en comunión con él, y andamos en oscuridad, mentimos y no practicamos la verdad. (...) Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no habita en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, Dios, que es justo y fiel, perdonará nuestros pecados y nos purificará de toda maldad. (...) Hijos míos, les escribo estas cosas para

Juan Bautista: apostolado

El Adviento tiene varios protagonistas. La primera es la Virgen inmaculada. El segundo en orden de aparición es Juan Bautista. Ambos nos dan ejemplo de la actitud que debemos tener en Adviento: espera activa, preparación para la llegada del Mesías. El profeta Isaías (41,13-20) anuncia la cercanía de Dios: Yo soy tu redentor, el Santo de Israel. Yo, el Señor, tu Dios, te agarro de la diestra y te digo: "No temas, yo mismo te auxilio. Mira, te convierto en trillo aguzado, nuevo, dentado: trillarás los montes y los triturarás; harás paja de las colinas; los aventarás, y el viento los arrebatará, el vendaval los dispersará; y tú te alegrarás con el Señor, te gloriarás del Santo de Israel. Los pobres y los indigentes buscan agua, y no la hay; su lengua está reseca de sed. Yo, el Señor, les responderé; yo, el Dios de Israel, no los abandonaré”. En respuesta, el salmo 144 aclama al Señor, clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad. En el Evangelio de

Confesión

Estamos en Adviento. El período de Adviento del año mariano. La liturgia nos ayuda a prepararnos: Escuchen, pueblos, la palabra del Señor; anúncienla en todos los rincones de la tierra: He aquí que vendrá nuestro Salvador; ya no tengan miedo.  Proclamar la llegada del Señor, puede ser la mejor manera de preparar su celebración: “Escucha, Señor, nuestras plegarias y ayúdanos a prepararnos a celebrar con verdadera fe y pureza de corazón el misterio admirable de la Encarnación de tu Hijo”. Pero no deja de ser exigente la petición: con verdadera fe y pureza de corazón . Solo si el Señor nos purifica podremos estar dispuestos. Isaías (35, 1-10) asegura: Dios mismo viene a salvarnos. Isaías. Esto dice el Señor: "Saltarán de alegría el desierto y la tierra reseca; la llanura se regocijará y florecerá; florecerá como el lirio, se regocijará y dará gritos de alegría. Fortalezcan las manos cansadas, afiancen las rodillas vacilantes, digan a los cobardes de corazón:

Vocación de María: valentía de osar con Dios

La solemnidad de la Inmaculada Concepción de María está llena de consideraciones para nuestra vida: ya hemos meditado sobre el pecado y la libertad, al leer el Protoevangelio del Génesis. El Evangelio del día nos hace ver una escena que para el Papa Benedicto XVI “es una de las páginas más hermosas de la sagrada Escritura ”. Con esa presentación la veremos, seguramente, con ojos más atentos: “ En el sexto mes fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David. La virgen se llamaba María. Y entró donde ella estaba y le dijo: —Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo”.  El Papa comenta que el saludo del ángel: “está entretejido con hilos del Antiguo Testamento, especialmente del profeta Sofonías. Nos hace comprender que (…) en la humildad de la casa de Nazaret vive el Israel santo, el resto puro. Dios salvó y salva a su pueblo. Del tronco abatido resplandece nue

Inmaculada Concepción

8 de diciembre. Celebramos hoy la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Como dice la Bula Ineffabilis Deus que Pío IX, proclamó el 8-XII-1854, la Virgen fue preservada “inmune de toda mancha de culpa, en atención a los méritos de Cristo. (...) Fue sede de todas las gracias divinas y de todos los carismas del Espíritu Santo, hasta el punto de no haber estado nunca bajo el poder del mal”.  Hay un himno de la Liturgia de las Horas para esta solemnidad que alaba a la Virgen con unas palabras hermosísimas. El canto le aplica a Ella una serie de figuras del Antiguo Testamento: “ El inicio de la vida de la Virgen , Madre de Dios, hace que despunte para la melodía de este himno, un motivo nuevo de alegría. Oh María, gloria del mundo, Hija de la Luz . El pecado original salpicó a todos los mortales, pero aparte de tu Hijo, sólo Tú estuviste siempre libre de culpa. eterna, a Quien tu Hijo preservó de toda mancha. Y como David doblegó la arrogancia de Goliat, así tu pie aplastó l

Madre humilde

6 de diciembre Llegamos hoy al séptimo día de la Novena en honor de la Inmaculada Concepción , cuando la Iglesia celebra a San Nicolás de Bari. Las lecturas propias de la fiesta presentan al profeta Isaías (6, 1-8) que nos narra su vocación: “Escuché entonces la voz del Señor que decía: "¿A quién enviaré? ¿Quién irá de parte mía?" Yo le respondí: "Aquí estoy, Señor, envíame "”.  San Lucas reseña en su Evangelio (10, 1-9) los consejos que Jesús da a los setenta y dos discípulos cuando los envía como misioneros: “ En la casa en que entréis decid primero: «Paz a esta casa». Y si allí hubiera algún hijo de la paz, descansará sobre él vuestra paz; de lo contrario, retornará a vosotros. Permaneced en la misma casa comiendo y bebiendo de lo que tengan, porque el que trabaja merece su salario. No vayáis de casa en casa. Y en la ciudad donde entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad a los enfermos que haya en ella y decidles: «El Reino de Dios está cerca d