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La vocación o llamada

Me contaba en estos días un amigo que se había encontrado con un viejo conocido, después de varios años sin verse. Le dijo que lo notaba muy conservado, pero como si tuviera menos fuerzas. La respuesta de su amigo lo dejó pensativo: las fuerzas son las mismas, lo que me falta es un sentido para emplearlas. Falta sentido. Es un síntoma bastante frecuente en la sociedad actual. Lo dice una persona mientras se toma un capuchino, y lo dicen los filósofos que vienen estudiando al hombre actual. Hace muchos años, un adolescente llamado Jeremías se encontraba un poco en la misma situación. Se escudaba en su poca edad pensando que ya llegaría el momento de tomarse en serio su vida. Mientras tanto, bastaba con dejarse llevar del día a día, pues trabajo no faltaba. En estas circunstancias, escuchó una voz –sintió que se trataba de la voz de Dios- que le decía: “Antes de plasmarte en el seno materno te conocí , antes de que salieras de las entrañas, te consagré ; te constituí profeta de las

La Biblia, Palabra de vida eterna

En el discurso de Benedicto XVI en Ratisbona, que fue calificado como el más importante del año por la escuela de retórica de esa universidad, el Papa defendía la tesis según la cual el patrimonio griego, purificado de modo crítico, forma parte integrante de la fe cristiana.  A esa tesis se opone la propuesta moderna de la “deshelenización del cristianismo”, que puede observarse en tres etapas: la reforma luterana del siglo XVI, la teología liberal de los siglos XIX y XX, y la propuesta de las nuevas enculturaciones del Evangelio. Hablaremos ahora de la segunda, pues sigue totalmente en boga, como demuestran las cíclicas apariciones de fenómenos editoriales y fílmicos sobre las verdades ocultas sobre el Jesucristo histórico, que se remontan a las hipótesis de von Harnack.  Si no es fácil encontrar católicos que lean con frecuencia los Evangelios, es más difícil aún mostrar personas que sepan explicar cómo fue el proceso de su escritura y conformación, o que sepan responder a las c

“Hemos visto su estrella y venimos a adorarlo".

Con la adoración de los Reyes de Oriente al Niño recién nacido, celebramos hoy la manifestación, la Epifanía del Señor a toda la tierra. Así vamos llegando al final de esta Navidad. Después de la fiesta del Bautismo del Señor, mañana, volveremos a partir del martes al tiempo ordinario, al trabajo cotidiano. Pero antes debemos profundizar en el significado luminoso que nos ofrece esa estrella que guió en el pasado la esperanza de los Reyes y hoy debe guiar la nuestra en el año que comienza.  El Catecismo explica el significado de la Epifanía (n. 528): La Epifanía es la manifestación de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo. Con el bautismo de Jesús en el Jordán y con las bodas de Caná, la Epifanía celebra la adoración de Jesús por unos “magos” venidos de Oriente (Mt 2,1). La antífona de las Vísperas une estas tres fiestas: " Mantenemos nuestro Día Santo adorado con tres milagros: hoy una estrella condujo a los Reyes Magos hasta la cuna, hoy el vin

Jesús, Hijo de Dios y de María y de José

El tiempo de Navidad ofrece varias fiestas que nos ayudan a percibir distintos motivos en ese retablo compuesto por la infancia de Jesús. Una de ellas es la fiesta de la Sagrada Familia ; otra, íntimamente relacionada con ella, la Maternidad divina de María. La víspera de esta celebración se conmemora el final del año civil, día de balance, agradecimiento, propósitos para el nuevo año –mucho más eficaces que las cábalas–.  San Josemaría predicaba en una fiesta de la Sagrada Familia : «Estamos en Navidad. Los diversos hechos y circunstancias que rodearon el nacimiento del Hijo de Dios acuden a nuestro recuerdo, y la mirada se detiene en la gruta de Belén, en el hogar de Nazareth. María, José, Jesús Niño, ocupan de un modo muy especial el centro de nuestro corazón. ¿Qué nos dice, qué nos enseña la vida a la vez sencilla y admirable de esa Sagrada Familia? Entre las muchas consideraciones que podríamos hacer, una sobre todo quiero comentar ahora. El nacimiento de Jesús signifi

Hoy nos ha nacido un salvador

Celebraremos hoy, a medianoche, la Navidad. Esperamos los regalos traídos por el Niño, y –como el tamborilero del villancico– también quisiéramos “poner a sus pies algún presente que le agrade”: algún regalo, un propósito en nuestra vida. Pero quizá, examinando nuestro corazón, encontramos muy poco que ofrecer. Tenemos mucha oscuridad, poca luz. Por eso con la oración colecta de la Misa de hoy pediremos al Padre: Oh Dios, que has iluminado esta noche santa con el nacimiento de Cristo, la luz verdadera; concédenos gozar en el cielo del esplendor de su gloria a los que hemos experimentado la claridad de su presencia en la tierra.  El ser humano experimenta, al mismo tiempo, su luz y su oscuridad, su grandeza y su limitación. “El ser humano es, en cierta manera, la medida de todas las cosas”: puede llegar a lo más alto, alcanzar con su desarrollo intelectual lo que no podría naturalmente: volar, sanar, desarrollar sus capacidades, su familia, su comunidad… Pero, al mismo tiempo, cad

Reinar sirviendo

Al final del año litúrgico, la Iglesia celebra la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo. Se quiere remarcar que Jesús reina, aunque hoy no parezca tan claro. Los poderosos de la sociedad quisieran desterrarlo de la educación, de la familia, de la política, de la información. A veces, parece que fueran a lograrlo pronto. De hecho, hay zonas del mundo donde ese dominio parece incontrovertible. ¿Hasta dónde llegará esa tendencia? ¿Será posible acabar con ese reinado que parece atentar contra ciertas estabilidades? ¿O, como en el caso de Herodes, los perseguidos son inocentes cuyo testimonio será fortaleza para un renacer postrero? La Sagrada Escritura presenta, en diversas ocasiones, la verdad de ese reinado universal: el profeta Daniel anuncia (7,13-14): “Yo, Daniel, en una visión nocturna, vi venir sobre las nubes del cielo alguien semejante a un hijo de hombre; avanzó hacia el anciano y fue introducido ante su presencia. Entonces recibió poder, gloria y reino. Y todos los puebl

Motivos de esperanza

Cada año, en la segunda mitad de noviembre, la liturgia de la Iglesia expone un tema que genera temor en la sociedad actual: el fin del mundo. El ser humano se asusta ante la posibilidad de que esta vida se acabe. Y, al mismo tiempo, cualquier película que hable de este asunto tiene taquilla asegurada. En teología, la materia que estudia estos argumentos, llamada “Escatología”, es una de las que más controversias suscita: ¿en qué consiste propiamente la muerte? ¿qué sucede después de ella? ¿qué son esas estructuras conocidas como el cielo, el purgatorio, el infierno? ¿en verdad existen, o son mitos ya superados? Precisamente por eso la Iglesia insiste en el anuncio de este tema, no sea que, inmersos en la barahúnda de la existencia cotidiana, nos vaya a suceder lo que decía la revista Time: «Nunca hemos corrido tan deprisa hacia ninguna parte». La Revelación cristiana nos enseña que esta vida terrena tiene un origen y un destino, que es Dios. Y con esa instrucción n