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Mostrando las entradas con la etiqueta pobreza

Vocación y apostolado

Y llamó a los doce.  Las lecturas de estas semanas son muy apropiadas para el inicio de un nuevo semestre: en el domingo XIV considerábamos el tema de la vocación. En el domingo XV veremos que esa llamada es apostólica, comporta una misión. Como en el Antiguo Testamento, a Amós (7,12-15) y a tantos profetas, que pueden decir : “Yo no era profeta ni hijo de profeta, sino que me dedicaba a cuidar el ganado y cultivar higueras. Pero el Señor me tomó y me ordenó que dejara el rebaño diciéndome: "Vete y profetiza a mi pueblo Israel "”.  Igual en el Nuevo Testamento, el Señor nos toma y nos ordena. Lo vemos en el canto de alabanza con el que Pablo (Ef 1,3-14) bendice al Señor por sus beneficios, en primer lugar por la elección eterna: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda bendición espiritual en los cielos, ya que en él nos eligió antes de la creación del mundo para que fuéramos santos y sin mancha en su presenc

Pobreza. Desprendimiento

Entre las enseñanzas de Jesucristo sobre el carácter interior y espiritual de la Ley, el capítulo sexto de Mateo incluye el tema de la pobreza cristiana. De fondo aparece la bienaventuranza divina: “Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos”. Los consejos de Jesús explicitan las razones para vivir el desprendimiento: "No amontonéis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los corroen y donde los ladrones socavan y los roban. Amontonad en cambio tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre corroen, y donde los ladrones no socavan ni roban. Porque donde está tu tesoro allí estará tu corazón. " Nuestro tesoro debe estar en el Cielo… Los santos han entendido que éste es un punto importante en el seguimiento de Cristo. De Juan Pablo II se cuenta que “nunca tuvo una cuenta bancaria, nunca rellenó un cheque ni contó con dinero personal alguno. Dormía en el suelo y practicaba otras formas de autodisciplina y abnegación

Desprendimiento y pobreza

El tema de las riquezas forma parte importante del acervo religioso. Y lo es, porque el ser humano tiene la capacidad de poseer como elemento esencial de su existencia. Después del pecado original, se da la tendencia a acaparar más y más: parece que todas las posesiones del mundo son incapaces de satisfacernos. El evangelio de Lucas presenta, justo después de la parábola de los dos hermanos –el hijo pródigo y el que se quedó con el padre-, unas palabras de Jesús acerca de las riquezas: - «Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido." El administrador se puso a echar sus cálculos: "¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa.&q

Pobreza, avaricia y solidaridad

Un estudio del IESE , publicado en 2007, compara felicidad y riqueza, y concluye que la clave no está en los bienes de consumo -a los que uno se acostumbra demasiado rápido, cuyo éxtasis dura poco- sino en los bienes básicos: comer, descansar, disfrutar con amigos, la salud, vivir en una democracia con libertad y derechos garantizados. "La felicidad social no avanza, porque siempre nos peleamos por tener lo que tiene el vecino": cuentan que, tras la unificación de Alemania, los niveles de felicidad de los vecinos del Este cayeron en picado, ya que pasaron de compararse con ciudadanos del bloque soviético a mirarse en el estilo de vida de sus vecinos de Alemania Occidental. Otro ejemplo: en 1995, los medallistas olímpicos de bronce estaban más contentos que los que habían ganado la plata, ya que se comparaban con aquellos que no habían subido al podio, mientras los clasificados en segundo lugar tenían pesadillas porque creían que se les había escapado el oro. En 1998, dos in

El joven rico

En los evangelios sinópticos toma valor dramático el último ascenso de Jesús a Jerusalén. Ya se va acercando la hora definitiva y por eso los autores sagrados señalan unas enseñanzas que tienen sabor a testamento. Una de ellas recuerda la vocación de los discípulos, tres años atrás.  En esta ocasión, un muchacho –como ellos- se acerca al Señor, se arrodilla delante de Él y le pregunta: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?" Jesús le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Ya sabes los mandamientos… Es un encuentro lleno de profundidad en los diálogos, como ha notado Juan Pablo II en su Mensaje a los jóvenes de 1985 y en la Encíclica Veritatis Splendor. Solo Dios es bueno… Los mandamientos son el camino para alcanzar la vida eterna… Ya le ha mostrado el camino, está preparando su vocación.  Todo depende de cómo reacciona ante ese panorama que el Señor le desvela. Seguramente los Apóstoles contemplarían ilusionados la escena: q