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Mostrando las entradas con la etiqueta misericordia

La resurrección del hijo de la viuda de Naín

San Lucas es el evangelista de la misericordia divina. Suyos son, en exclusiva, los relatos del hijo pródigo, del fariseo y el publicano y la escena que contemplaremos en nuestra oración de hoy.  Estamos comenzando el capítulo séptimo del tercer evangelio. En el capítulo anterior, el evangelista ha transmitido la predicación del Discurso del Llano, cuya virtud clave es precisamente la misericordia. El Señor, como una muestra de que ejercita lo que predica, ha llamado antes a los doce: ha pasado «misericordiando y eligiendo», como dice el lema episcopal del papa Francisco. Una vez establecido el colegio de los apóstoles, Jesús hace una correría apostólica con ellos: esta misión incluye la predicación, como se ha visto en el discurso del Llano anterior y en el posterior sermón de las parábolas, pero también los milagros. Lucas transmite los milagros comunes a los sinópticos más uno exclusivo suyo: marchó a una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y una gran muchedumbre.

La mujer adúltera

En el camino cuaresmal hacia el monte del Calvario, el quinto domingo de este período penitencial nos presenta una escena singular ( Jn 8,1-11 ). Tan llamativa, que fue omitida en varios códices antiguos del Evangelio de san Juan. Como si los editores se sintieran escandalizados por la misericordia de Jesús. Sin embargo, la Iglesia siempre la ha considerado canónica, inspirada por el Espíritu Santo: Jesús marchó al Monte de los Olivos. Muy de mañana volvió de nuevo al Templo, y todo el pueblo acudía a él; se sentó y se puso a enseñarles. Jesús nos da ejemplo de oración y de amor a las almas. Y aquellos habitantes de Jerusalén nos enseñan la importancia de acudir al encuentro con Él, para acoger sus enseñanzas. En medio de su labor magisterial, se empezó a escuchar un barullo que rompía la tranquilidad del Templo. Los escribas y fariseos trajeron a una mujer sorprendida en adulterio y la pusieron en medio. No deja de ser llamativa y estrambótica la escena. Imaginemos a esa p

Cizaña, mostaza y levadura

Después de la parábola del sembrador, Mateo presenta la segunda de sus siete alegorías sobre un tema bastante relacionado con el de la primera: continuamos en el ambiente agrícola, en la faena de siembra. El Reino de los Cielos es como un hombre que sembró buena semilla en su campo. Más adelante explicará que el que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre y que la buena semilla son los hijos del Reino. Sin sentirnos mejores que nadie, debemos experimentar la responsabilidad de saber que, por bautizados, tenemos que esforzarnos para ser menos indignos de ese título: hijos del Reino, buena semilla. Pero, mientras dormían los hombres, vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. La cizaña era una semilla que crecía de modo similar al trigo, solo se distinguían cuando las plantas estaban grandes. El problema es que la cizaña perjudicaba la cosecha del trigo, incluso amenazaba con destruirla. En ocasiones sucedía, como en esta parábola, que un enemigo cob

Los diez leprosos

Al ir de camino a Jerusalén, atravesaba los confines de Samaría y Galilea… En la recta final de su Evangelio, Lucas insiste en que Jesús sigue camino de Jerusalén. En el capítulo 17 (11-19) lo muestra pasando por un lugar cercano a Samaría. Como queda claro en el episodio de la samaritana, los judíos y los samaritanos tenían una rivalidad secular, que se remontaba al siglo V a.C. En ese entonces, los persas habían poblado esa zona con personas de diversas procedencias. Aunque con el tiempo todos acogerían la religión judía, los israelitas no los reconocían como tales. Por eso tenían su propio sacerdocio y su templo y miraban mal a quienes se dirigían a Jerusalén. Esto explica la parábola del buen samaritano… Lo importante en este caso es que el Señor pasa por tierra de extranjeros… Una vez más, San Lucas insiste en la universalidad del mensaje de Cristo, que vino para que todos los hombres se salvaran, no solo una raza privilegiada. Cuando iba a entrar en un pueblo, le salieron al

misericordia y conversión

Se le acercaban todos los publicanos y pecadores para oírle. Pero los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:  —Éste recibe a los pecadores y come con ellos. Lucas nos presenta de nuevo un panorama conflictivo. Los fariseos y los escribas critican a Jesús por su actitud abierta a los pecadores –recordemos que Mateo, publicano de profesión, era discípulo suyo- y porque llegaba al extremo de compartir la mesa con ellos. Este es el contexto en que leemos las tres parábolas sobre la misericordia de Dios que, según Benedicto XVI, “no quiere que se pierda ni siquiera uno de sus hijos y su corazón rebosa de alegría cuando un pecador se convierte”.  Entonces les propuso esta parábola: —¿Quién de vosotros, si tiene cien ovejas y pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y sale en busca de la que se perdió hasta encontrarla?  Jesús recurre al símil del pastor, muy conocido desde el Antiguo Testamento, y que en otras ocasiones se aplicará a sí mismo. Se trata de un

Misericordia de Dios y perdón de los pecados

Supongo que todos tenemos, más lejos o más cerca, un amigo o un pariente con alguna limitación física. Cuando yo era muy pequeño, me sorprendió el accidente de una tía mía que, yendo en moto, perdió su pierna izquierda.  Recuerdo mis visitas al Hospital donde, además de montar en ascensor, para nosotros los pequeños era gran pasatiempo pasearla por los largos pasillos. También conviví en el Colegio Mayor Aralar con el famoso sacerdote Luis de Moya , que después de un accidente automovilístico quedó tetrapléjico y hoy día continúa predicando, confesando, celebrando cada día la Santa Misa, y hasta administrando su página web, que enlacé en su nombre. Conté las dos historias que más cerca tengo, porque seguramente cada quien tiene las suyas. En el Evangelio de Marcos (2, 1-12) aparece la escena de un grupo de amigos en los que se cumplía el mismo suceso: de hecho, uno de ellos mismos era paralítico. La escena se desarrolla en Cafarnaún, probablemente en casa de Pedro, que era el ce

Dios compasivo y misericordioso

En el discurso eclesiástico del Evangelio de Mateo hay una parábola (20,1-16) que intenta retratar la misericordia divina y mostrar el contraste con la actitud humana.  Jesús enseña de otro modo lo mismo que hizo unos versículos antes, al hablar del perdón : que sus planes no son nuestros planes , como enseñaba Isaías (55,6-9): "vuestros caminos no son mis caminos. Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes, que vuestros planes". Los autores espirituales hablan de la "lógica divina", que a veces es tan distinta a nuestra lógica humana. El tono de la parábola es muy diciente: «El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.  El denario, una moneda de 3,8 gr de plata, llevaba inscrita la imagen del Emperador y correspondía al salario de un día. Los Padres de la